Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció el pasado viernes 9 de abril, tras asistir a la proyección, en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, de la película Sotto il cielo di Roma, sobre la actuación de Pío XII durante la ocupación alemana de Roma, entre 1943 y 1944.
Un pensamiento de reconocimiento también al señor Ettore Bernabei, a los demás productores y a cuantos han colaborado para realizar el significativo trabajo que acabamos de ver.
Saludo con afecto a los señores cardenales, a los prelados y a todos los presentes.
Estas obras – pensadas para el gran público, con los medios más modernos, y al mismo tiempo dirigidas a ilustrar personajes o acontecimientos del siglo pasado – revisten particular valor sobre todo para las nuevas generaciones. Para quien, en la escuela, ha estudiado ciertos acontecimientos, de los que quizás haya oído también hablar, películas como esta pueden ser útiles y estimulantes y pueden ayudar a conocer un periodo que no está lejos, de hecho, pero que la presión de los acontecimientos de la historia reciente y una cultura fragmentada pueden hacer olvidar.
Pío XII fue el Papa de nuestra juventud. Con su rica enseñanza supo hablar a los hombres de su tiempo indicando el camino de la Verdad y con su gran sabiduría supo orientar a la Iglesia hacia el horizonte del Tercer Milenio.Me urge, sin embargo, subrayar particularmente que Pío XII fue el Papa que, como padre de todos, presidió en la caridad en Roma y en el mundo, sobre todo en el difícil tiempo de la Segunda Guerra Mundial.En un discurso del 23 de julio de 1944, inmediatamente después de la liberación de la Ciudad de Roma agradecía a los miembros del Círculo de San Pedro por la colaboración prestada, diciendo: “(Vosotros) nos aayudáisa satisfacer más ampliamente Nuestro deseo de enjugar tantas lágrimas, de aliviar tantos dolores", e indicaba como central para todo cristiano la exhortación de san Pablo a los Colosenses (3,14-15): "Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo” (Discorsi e Radiomessaggi di Sua Santità Pio XII, VI, p. 87-88).
La caridad es la razón de toda acción, de toda intervención.Es la razón global que mueve el pensamiento y los gestos concretos, y estoy contento de que también de esta película surja este principio unificador. Me permito sugerir esta clave de lectura, a la luz del auténtico testimonio de ese gran maestro de fe, de esperanza y de caridad que fue el papa Pío XII.Renovando a todos la expresión de mi reconocimiento, aprovecho la ocasión para dirigir mis mejores augurios pascuales, mientras de corazón os bendigo a todos los aquí presentes, junto con vuestros colaboradores y seres queridos.
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