lunes, 31 de mayo de 2010

LA VOZ DEL PAPA

El Papa pide que "en las politicas migratorias se respete el derecho a la vida y a la integridad familiar "
Fecha: Fri, 28 May 2010 21:59:00 +0000


El Papa recibió esta mañana a los participantes en la sesión plenaria del Pontificio Consejo para las Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, que han reflexionado estos días sobre el tema: “Pastoral de la movilidad humana hoy, en el contexto de la corresponsabilidad de los Estados y de los organismos internacionales”.El Santo Padre manifestó su aprecio por “el esfuerzo de construir un sistema de normas compartidas que contemplen los derechos y deberes del extranjero, así como los de la comunidad de acogida, teniendo en cuenta, en primer lugar, la dignidad de cada persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. Obviamente, la adquisición de derechos está unida a la acogida de deberes”.“Las normativas nacionales e internacionales que promueven el bien común y el respeto de las personas -dijo- alientan la esperanza y los esfuerzos para alcanzar un orden social mundial basado en la paz, en la fraternidad y en la cooperación de todos, a pesar de la fase critica que están atravesando las instituciones internacionales, comprometidas en resolver las cuestiones cruciales de la seguridad y del desarrollo, en beneficio de todos”.Benedicto XVI subrayó que “todavía no se ha apagado el anhelo de muchos para derribar los muros que dividen y establecer amplios acuerdos, también mediante disposiciones legislativas y praxis administrativas que favorezcan la integración, el intercambio mutuo y el enriquecimiento reciproco. Se pueden ofrecer de hecho perspectivas de convivencia entre los pueblos por medio de medidas sensatas y concertadas para la acogida y la integración, consintiendo ocasiones de ingreso en la legalidad, favoreciendo el justo derecho a reunirse con las familias, al asilo y al refugio, compensando las medidas restrictivas necesarias y contratando el deplorable trafico de personas”.“Precisamente aquí -continuo- las diferentes organizaciones internacionales, en cooperación entre ellas y con los Estados, pueden ofrecer su peculiar contribución para conciliar, con varias modalidades, el reconocimiento de los derechos de la persona y el principio de soberanía nacional, con una referencia especifica a las exigencias de la seguridad, del orden publico y del control de las fronteras”.Tras poner de relieve que “los derechos fundamentales de la persona pueden ser el punto central del compromiso de corresponsabilidad de las instituciones nacionales e internacionales”, el Santo Padre recordó que “están estrechamente ligados con “la apertura a la vida, que es el centro del verdadero desarrollo”.“La apertura a la vida y los derechos de la familia deben ser remarcados en los diferentes contextos”, resalto el Papa. “El futuro de nuestras sociedades se basa en el encuentro entre los pueblos, en el dialogo entre las culturas en el respeto de las identidades y de las diferencias legitimas. En este escenario -concluyo-, la familia mantiene su papel fundamental. Por eso, la Iglesia, con el anuncio del Evangelio de Cristo, en cada sector de la existencia, lleva adelante “el compromiso (…) no sólo en favor del individuo emigrante, sino también de su familia, lugar y recurso de la cultura de la vida y principio de integración de valores”.

El Señor es nuestra alegría

Palabra del Domingo (Jn 14,15-16.23-26)
Domingo 23 de Mayo del 2010



El día de hoy, nuestra Madre Iglesia nos convoca a celebrar el gozoso acontecimiento de la irrupción del Espíritu Santo en su vida, quien la capacita para ejercer el don de la sagrada Reconciliación, conferido por el Resucitado (Jn 20, 19-23).

La alegre realidad pascual
El miedo causaba estragos en la comunidad, manteniéndola aislada, cuando Jesús, el Señor de la Vida, visitó a los suyos y les ofreció su paz, lo cual provocó una inmensa alegría: “Al anochecer del día de la Resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz esté con ustedes’. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría” (vv. 19-20). Las heridas de Jesús se convierten, así, en sus señas de identidad. El evangelista quiere dejar fuera de toda duda que el Resucitado es el mismo que murió en la Cruz y ahora se presenta triunfante (compárese Hch 10, 37-41). Al ver al Señor, aquel paralizador miedo se transformó en esperanzadora alegría, capaz de dilatar el mundo y activar dinamismos dormidos, por ser el sentimiento básico de la realidad pascual.
Mensajeros de la paz
Después de que el Señor los fortaleció con su presencia, los invitó a participar en la misión conferida por el Padre: “De nuevo les dijo Jesús: ‘La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío Yo’” (v. 21). La paz de Jesús no es igual a la ofrecida por el mundo (véase Jn 14, 27). De acuerdo a la concepción jurídica judía, el enviado de una persona es como si fuera ella misma: “Quien a vosotros recibe, a Mí me recibe, y quien me recibe a Mí, recibe a Aquél que me ha enviado” (Mt 10, 40). Ello significa que el enviado representa a quien envía y, por tanto, comparte sus poderes. San Juan enlaza, con la aparición pascual del Viviente, el acto fundacional de la Santa Iglesia, cuya misión parte de la voluntad del Señor y tiene por objeto comunicar al mundo entero la paz lograda por Él.
Testigos de la reconciliación
Jesús, entonces, “sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar’” (vv. 22-23). La acción salvadora de la Muerte y Resurrección de Cristo se realiza por el Espíritu Santo. Con la comunicación del Espíritu Santo se nos participa un nuevo comienzo, que tendrá como misión primordial dar testimonio de la reconciliación operada por el Señor Jesús, quien se constituye en el fundamento de la paz y de la alegría de la comunidad que es la Santa Iglesia, de la cual tenemos la gracia, el honor y, sobre todo, la dicha de formar parte: “¡Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría!”.

miércoles, 26 de mayo de 2010

NOTICIAS IMPORTANTES

CANTO A LA ESPERANZA
(Sábado15 de Mayo)


GRUPO CORAL "VOX DEIS"


AGRADECIMIENTO ESPECIAL

Se agradece la Participación del Grupo Qorillajta, Por conformado Niños Jóvenes y Adolescentes Muy bien llevados Por El profesor Jonatan González, muestran SUS cualidades desarrollando SUS virtudes A Través de la Danza de típiva País nuestro.
Felicitaciones Por Su Aniversario Este Día 28 de mayo,

Quedán TODOS, Cordialmente, INVITADOS.

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UNA OBRA DE CARIDAD
La pastoral de Confirmación

¿Quieres sin secretito? - (Dale clic en la imagen párr ampliarla)


PALABRA DEL DOMINGO (Ascensión del Señor)

El tiempo de la Iglesia
Domingo 16-05-2010 (Lucas 24, 46 - 53)

Nuestra Madre Iglesia coloca hoy sobre la Mesa de la Eucaristía un esperanzador pasaje del Santo Evangelio, que revela el misterio de la insólita partida del Señor Jesús, su retorno al Padre, de quien había venido, inaugurando así el tiempo de la Iglesia (Lc 24, 46-53).

En el nombre de Jesús
El relato precisa que ha llegado el momento en que los discípulos, fieles testigos, deberán predicar la obra salvadora en el nombre de Jesús, a través del mundo entero: “Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: ‘Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto” (vv. 46-48).
Cuando en las Sagradas Escrituras se habla del “nombre” de Jesús, se refiere a su Persona, a su providente presencia, en la que se concreta nuestra salvación. Así lo afirma Pedro: “Porque no hay bajo el Cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4, 12).

La promesa de Jesús
El Señor ofreció a los suyos el don del Espíritu Santo para que pudieran dar testimonio de su mensaje salvífico: “Les voy a enviar al que mi Padre les prometió” (v. 49). El evangelista explica que el tiempo de Jesús comenzó en virtud “de las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de lo alto” (Lc 1, 78). Y el tiempo de la Iglesia inicia ahora, justo al recibir esa “fuerza de lo alto” (v. 49; compárese Hch 1, 8).

Esta nueva presencia transformó la vida de los discípulos, manifestándose como realidad y signo. La venida del Santo Espíritu será realidad eficaz, pero también signo del poder de Jesús. El evangelista explicita así la terminación de una página de la Historia de la Salvación, dando inicio a otra: “Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecieron constantemente en el templo, alabando a Dios” (vv. 50-53). Es el tiempo de la Iglesia.

Desear con el deseo de Dios
Lucas, fiel a su proyecto teológico, cierra con una inclusión. Si el Antiguo Testamento había concluido con la oración de un sacerdote en el templo: “El ángel le dijo: ‘No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien pondrás por nombre Juan” (1, 13), ahora, también en un clima de ferviente oración y en el templo, comienza la nueva etapa de la Iglesia, que espera, confiada, la Promesa del Señor: “Permanecieron constantemente en el templo, alabando a Dios” (v. 53).
La oración consiste en desear con el deseo de Dios.

martes, 25 de mayo de 2010

REFLEXIÓN - DESIDERATA

Hermosa canción-reflexión
Es un himno a la forma verdadera en que se debe vivir. Ojalá nos ayude a todos.

Que lindo es Sentir a Dios, Ojalá El Señor se manifieste mostrando su poder en Este mundo.
Fue Una de Sus promesas, estara aqui Hasta El final de los tiempos...
Bendito sea Dios, El Nombre de Jesús y Que Dios nos bendiga


desiderata

domingo, 23 de mayo de 2010

Cuarenta días después de Pascua, ASCENSIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Exposición dogmática

La segunda festividad que se celebra en el Tiempo Pascual es la de la Ascensión, coronamiento de toda la vida de Jesús. Convenía, en efecto, que el divino Resucitado no pisase más el barro de este nuestro mísero suelo, sino que volviese al Padre en cuyo seno nació, en cuanto Dios, desde la eternidad. Éste recibió a la Santa Humanidad de su Hijo «con gozo tal que ninguna criatura es capaz de expresarlo» (S. Cipriano).Era menester que Cristo tomase posesión del reino de los cielos con su Pasión conquistado y que, «colocando nuestra frágil naturaleza a la diestra de la gloria de Dios», nos abriese de par en par la casa de su Padre y nos hiciese ocupar, como hijos de Dios que somos, los sitiales dejados vacíos por los ángeles caídos. Así que Jesús entra en los cielos vencedor de Satanás y del pecado, los Ángeles le aclaman como a rey suyo, las almas de los Justos salidas de los Limbos forman su gloriosa escolta. «Me voy a prepararos un lugar», dijo a sus Apóstoles. S. Pablo afirma que Dios nos ha hecho asentar con Jesús en los cielos, porque, por la esperanza, ya somos salvos, y parece natural que allá donde está la cabeza, allá estén también sus miembros. Por donde el triunfo de Jesús es a la vez el triunfo de su Iglesia.Así como en la Ley Antigua entraba el Sumo Sacerdote en el Santo de los Santos para ofrecer a Dios la sangre de las víctimas, así Jesús entra en el Santo de los Santos de la celestial Jerusalén, para ofrecer su propia sangre, la sangre de la Nueva Alianza, y para recabarnos los divinos favores.El día de la Ascensión es aquel en que al mostrar Jesús al Padre sus gloriosas llagas, inauguró su sacerdocio celestial y nos alcanzó el Espíritu Santo con sus dones. La Ascensión, complemento de todas las fiestas de Cristo, es asimismo el principio de nuestra santificación. «Se ha elevado a los cielos para hacernos particioneros de su divinidad» (Pref.). Y es que no le bastaba al hombre apoyarse en los méritos que la Pasión del Redentor le granjeara, no le bastaba tampoco unir a ella el recuerdo de su Resurrección. El hombre no ha sido restaurado sino mediante la unión de esos dos misterios con un tercero, con el misterio de la triunfante Ascensión de Jesús a los cielos.

Exposición histórica

Cuarenta días después de la Resurrección de Cristo celebra el Ciclo pascual el aniversario del día que señala el término del reinado visible de Jesús en la tierra. Los Apóstoles que, al acercarse Pentecostés, habían acudido a Jerusalén, estaban reunidos en el Cenáculo cuando Jesús se les apareció y comió con ellos por última vez.Luego los sacó camino de Betania al Monte de los Olivos, que es el más alto de cuantos rodean a la santa Ciudad. Jesús entonces, bendijo a sus Apóstoles y cual águila real, volose al cielo, a eso del mediodía. Una nube le ocultó a sus miradas y dos Ángeles anunciaron a los Discípulos cómo Cristo que ahora se iba, había de volver al fin del mundo.

Exposición litúrgica

La solemnidad de la Ascensión se confundió en otros tiempos con la de Pentecostés; ya que el tiempo Pascual era considerado todo él como una fiesta continuada, que no terminaba hasta la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Pero pronto se celebró la Ascensión el día 40 después de la Resurrección, lo mismo que su vigilia y Octava. El rito simbólico que la caracteriza es el de apagar el Cirio pascual, cuya luz figuraba durante esta santa cuarentena a Jesús, presente en medio de sus discípulos. Se le apaga después del Evangelio de ese día, en que se nos habla de la partida del Redentor para el cielo. Los ornamentos blancos y el Aleluya «esa gotita de gozo sumo, en que nada la celestial Jerusalén», en frase de Ruperto, significan la alegría en que la Iglesia nada al acordarse del triunfo de Jesucristo, y al pensar en la dicha de los Ángeles y de los Justos de la Antigua Ley, que de ella participaron y de la espera del Espíritu Santo, que permitirá también a la Iglesia asociarse a ese triunfo.

ORACIÓN

Conceded, os rogamos, oh Dios omnipotente, que pues creemos que en este día subió al cielo vuestro Unigénito y Redentor nuestro, habitemos también nosotros en el cielo con Él en espíritu. Por J. C. N. S.

Leer más:

viernes, 21 de mayo de 2010

Quien tuviera la dicha - Cancion para mamá - Día de la madre



La canción es preciosa, en verdad, expresa los sentimientos sinceros de un hijo agradecido.

Como madres debemos sentirnos honradas, como hijos nos sentimos estremecidos por compartir nuestros sentimientos de gratitud hacia una madre.Y como mujeres admiramos a cada una de ellas que son madres. Aquien no le gustaria brindarle esta cancion en su dia.

jueves, 20 de mayo de 2010

PARABOLA DEL ACUEDUCTO

Tomémosle el sentido a esta parábola, y veamos en cual de las dos situaciones nos encontramos. Esperamos sus comentarios

miércoles, 19 de mayo de 2010

EN EL DÍA DE LA MADRE...

Como un tributo a todas las mujeres, que con sus vidas dan testimonio de amor, Este Domingo 9 de Mayo, Nuestra parroquia, celebró con una misa de Fe y esperanza, dedicado a todas la madres de la comunidad de Reynoso que concurrieron en forma masiva a recibir la santa bendición a cargo del Rvdo. P. Fernando Fernández.
Una vez terminadas las eucaristías dominicales, se homenajeó a todas las madres presentes, Sortendo sendas canastas especialmente preparadas por los grupos pastorales y hermandades de nuestar comunidad parroquial.

sábado, 15 de mayo de 2010

viernes, 14 de mayo de 2010

MAYO, MES DE MARÍA (II)


Mayo es el mes de las flores, de la primavera. Muchas familias esperan este mes para celebrar la fiesta por la recepción de algún sacramento de un familiar. También, Mayo es el mes en el que todos recuerdan a su mamá (el famoso 10 de Mayo) y las flores son el regalo más frecuente de los hijos para agasajar a quien les dio la vida.

Por otro lado, todos saben que este mes es el ideal para estar al aire libre, rodeado de la belleza natural de nuestros campos. Precisamente por esto, porque todo lo que nos rodea nos debe recordar a nuestro Creador, este mes se lo dedicamos a la más delicada de todas sus creaturas: la santísima Virgen María, alma delicada que ofreció su vida al cuidado y servicio de Jesucristo, nuestro redentor.

Celebremos, invitando a nuestras fiestas a María, nuestra dulce madre del Cielo.

¿Qué se acostumbra hacer este mes?

Ofrecimiento de flores a la Virgen.

Este es el mejor regalo que podemos hacerle a la Virgen. Regalar flores es una manera que tenemos las personas para decirle a alguien que la queremos mucho. A la Virgen le gusta que le llevemos flores y, también, si se puede, le podemos cantar sus canciones preferidas…
Para dar mayor solemnidad al Ofrecimiento, los niños pueden ir vestidos de blanco, símbolo de pureza.

Reflexionar en los principales misterios de la vida de María.

Reflexionar implica hacer un esfuerzo con la mente, la imaginación y, también, con el corazón, para profundizar en las virtudes que la Virgen vivió a lo largo de su vida. Podemos meditar en cómo María se comportó, por ejemplo, durante:

-la Anunciación
-la Visita a su prima Isabel
-el Nacimiento de Cristo
-la Presentación del Niño Jesús en el templo
-el Niño Jesús perdido y hallado en el templo
-las Bodas de Caná
-María al pie de la cruz.

Recordar las apariciones de la Virgen.

En Fátima, Portugal; en Lourdes, Francia y en el Tepeyac, México (La Guadalupe) la Virgen entrega diversos mensajes, todos relacionados con el amor que Ella nos tiene a nosotros, sus hijos.

Meditar en los cuatro dogmas acerca de la Virgen María que son:

1. Su inmaculada concepción: A la única mujer que Dios le permitió ser concebida y nacer sin pecado original fue a la Virgen María porque iba a ser madre de Cristo.
2. Su maternidad divina: La Virgen María es verdadera madre humana de Jesucristo, el hijo de Dios.
3. Su perpetua virginidad: María concibió por obra del Espíritu Santo, por lo que siempre permaneció virgen.
4. Su asunción a los cielos: La Virgen María, al final de su vida, fue subida en cuerpo y alma al Cielo.

Recordar y honrar a María como Madre de todos los hombres.

María nos cuida siempre y nos ayuda en todo lo que necesitemos. Ella nos ayuda a vencer la tentación y conservar el estado de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo. María es la Madre de la Iglesia.

Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen María.

María era una mujer de profunda vida de oración, vivía siempre cerca de Dios. Era una mujer humilde, es decir, sencilla; era generosa, se olvidaba de sí misma para darse a los demás; tenía gran caridad, amaba y ayudaba a todos por igual; era servicial, atendía a José y a Jesús con amor; vivía con alegría; era paciente con su familia; sabía aceptar la voluntad de Dios en su vida.

Vivir una devoción real y verdadera a María.

Se trata de que nos esforcemos por vivir como hijos suyos. Esto significa:

Mirar a María como a una madre: Platicarle todo lo que nos pasa: lo bueno y lo malo. Saber acudir a ella en todo momento.

Demostrarle nuestro cariño: Hacer lo que ella espera de nosotros y recordarla a lo largo del día.

Confiar plenamente en ella: Todas las gracias que Jesús nos da, pasan por las manos de María, y es ella quien intercede ante su Hijo por nuestras dificultades.
Imitar sus virtudes: Esta es la mejor manera de demostrarle nuestro amor.

Rezar en familia las oraciones especialmente dedicadas a María.

La Iglesia nos ofrece bellas oraciones como la del Ángelus (que se acostumbra a rezar a mediodía), el Regina Caeli, la Consagración a María y el Rosario.
Varias oraciones Marianas

Cantar las canciones dedicadas a María

Que nos ayudan a recordar el inmenso amor de nuestra madre a nosotros, sus hijos
Treinta días de oración a la Reina del Cielo

Cortesía de: es.catholic.net

MAYO, MES DE MARÍA

Siempre es bueno regalarle flores a nuestra madre.

lunes, 10 de mayo de 2010

Mensaje de Benedicto XVI para a Jornada Mundial de la juventud en Roma!!

Invitación al seguimiento de Cristo para una vida intensa y provechosa.

«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» (Mc 10, 17)

Queridos amigos:

Se celebra este año el XXV aniversario de la institución de la Jornada Mundial de la Juventud, convocada por el Venerable Juan Pablo II como cita anual de los jóvenes creyentes del mundo entero. Se trata de una iniciativa profética que ha producido frutos abundantes, al dar a las nuevas generaciones cristianas la posibilidad de reunirse, ponerse a la escucha de la Palabra de Dios, descubrir la belleza de la Iglesia y vivir experiencias fuertes de fe que han impulsado a muchos a decidir entregarse totalmente a Cristo.

La presente XXV Jornada constituye una etapa hacia el próximo Encuentro Mundial de los Jóvenes, que tendrá lugar en agosto de 2011 en Madrid, adonde espero que acudáis numerosos para vivir ese acontecimiento de gracia.

Para prepararnos a esa celebración, quisiera proponeros algunas reflexiones sobre el tema de este año: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» (Mc 10, 17), tomado del episodio evangélico del encuentro de Jesús con el joven rico; un tema afrontado ya, en 1985, por el papa Juan Pablo II en una maravillosa Carta, dirigida por vez primera a los jóvenes.

1 Jesús se encuentra con un joven

«Cuando salía Jesús al camino –narra el Evangelio de San Marcos–, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”. Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre». Él replicó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño”. Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo–, y luego, sígueme”. A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico» (Mc 10, 17-22). Este relato expresa de manera eficaz la gran atención de Jesús hacia los jóvenes, hacia vosotros, hacia vuestras expectativas, vuestras esperanzas, y muestra cuán grande es su deseo de tener un encuentro personal y de entablar un diálogo con cada uno de vosotros. Cristo, en efecto, detiene su camino para responder a la pregunta de su interlocutor, manifestando plena disposición hacia aquel joven, al que un ardiente deseo impulsa a hablar con el «Maestro bueno» para aprender de él a recorrer el camino de la vida. Con este pasaje evangélico, mi antecesor quería exhortar a cada uno de vosotros a «desarrollar el propio coloquio con Cristo, un coloquio que es de importancia fundamental y esencial para un joven» (Carta a los jóvenes, n. 2: ECCLESIA 2.216 [1985/I], pág. 427).

2 Jesús se le quedó mirando con cariño

En el relato evangélico, San Marcos subraya que «Jesús se le quedó mirando con cariño» (cf. Mc 10, 21). En la mirada del Señor está el corazón mismo de tan especialísimo encuentro y de toda la experiencia cristiana. Y es que el cristianismo no es ante todo una moral, sino experiencia de Jesucristo, que nos ama personalmente, ya seamos jóvenes o viejos, pobres o ricos; nos ama también cuando le damos la espalda.

Comentando esta escena, el papa Juan Pablo II añadía, dirigiéndose a vosotros, los jóvenes:

«¡Deseo que experimentéis una mirada así! ¡Deseo que experimentéis la verdad de que Cristo os mira con amor!» (Carta a los jóvenes, n. 7: ECCLESIA cit., pág. 431). Un amor que se manifestó en la cruz de manera tan plena y total que le hizo escribir a San Pablo con estupor: «Me amó hasta entregarse por mí» (Ga 2, 20). «La conciencia de que el Padre nos ha amado siempre en su Hijo, de que Cristo ama a cada uno y siempre –escribe también el papa Juan Pablo II–, se convierte en un sólido punto de apoyo para toda nuestra existencia humana» (Carta a los jóvenes, n. 7: ECCLESIA cit., pág. 432) y nos permite superar todas las pruebas: el descubrimiento de nuestros pecados, el sufrimiento, el desánimo. En este amor se encuentra la fuente de toda la vida cristiana y la razón fundamental de la evangelización: si nos hemos encontrado realmente con Jesús, no podemos dejar de testimoniarlo a aquéllos cuyas miradas aún no se han cruzado con la suya.

3 El descubrimiento del proyecto de vida

En el joven del Evangelio podemos vislumbrar una condición muy similar a la de cada uno de vosotros. Vosotros también sois ricos en cualidades, energías, sueños, esperanzas: recursos todos que poseéis con abundancia. Vuestra propia edad constituye una gran riqueza no sólo para vosotros, sino también para los demás, para la Iglesia y para el mundo. El joven rico le pregunta a Jesús: «¿Qué tengo que hacer?». La época de la vida en la que estáis inmersos es tiempo de descubrimiento: de los dones que Dios os ha otorgado y de vuestras responsabilidades. Es, también, tiempo de elecciones fundamentales para la construcción de vuestro proyecto de vida. Es el momento, por lo tanto, de interrogaros sobre el sentido auténtico de la existencia y de preguntaros: «¿Estoy satisfecho con mi vida? ¿Me falta algo?». Como el joven del Evangelio, acaso vosotros también viváis situaciones de inestabilidad, de turbación o de sufrimiento que os impulsan a aspirar a una vida no mediocre y a preguntaros: ¿En qué consiste una vida lograda? ¿Qué tengo que hacer? ¿Cuál podría ser mi proyecto de vida? «¿Qué he de hacer para que mi vida tenga pleno valor y pleno sentido?» (ibíd., n. 3: ECCLESIA cit., pág. 427). No temáis afrontar estos interrogantes que, lejos de venceros, expresan las grandes aspiraciones que están presentes en vuestro corazón, por lo que han de ser atendidos, pues aguardan respuestas no superficiales, sino capaces de satisfacer vuestras auténticas expectativas de vida y de felicidad. Para descubrir el proyecto de vida que puede haceros plenamente felices, poneos a la escucha de Dios, que tiene un designio suyo de amor para cada uno de vosotros. Preguntadle con confianza: «Señor, ¿cuál es tu designio de Creador y Padre sobre mi vida? ¿Cuál es tu voluntad? Yo deseo cumplirla». Tened la seguridad de que os responderá. ¡No tengáis miedo de su respuesta! «Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo» (1 Jn 3, 20).

4 Ven y sígueme

Jesús invita al joven rico a ir bastante más allá de la satisfacción de sus aspiraciones y de sus proyectos personales; le dice: «Ven y sígueme». La vocación cristiana nace de una propuesta de amor del Señor, y sólo puede hacerse realidad gracias a una respuesta de amor: «Jesús invita a sus discípulos a la entrega total de sus vidas, sin cálculo ni interés humano, con una confianza sin reservas en Dios.

Los santos acogen tan exigente invitación y se ponen con docilidad humilde a seguir a Cristo crucificado y resucitado. Su perfección, según la lógica de la fe a veces incomprensible desde el punto de vista humano, consiste en no ponerse ya a sí mismos en el centro y en optar por ir a contracorriente, viviendo conforme al Evangelio» (Benedicto XVI, Homilía en la canonización de los beatos Zygmunt Szczesny Felinski, Francisco Coll, Jozef Damiaan De Veuster, Rafael Arnaiz y Jeanne Jugan, 11-10-09: ECCLESIA 3.489 [2009/II], pág. 1583).

Siguiendo el ejemplo de tantos discípulos de Cristo, acoged vosotros también con alegría, queridos amigos, la invitación al seguimiento, para vivir intensa y provechosamente en este mundo. En efecto, mediante el Bautismo él llama a cada uno a seguirlo con acciones concretas, a amarlo por encima de todo y a servirlo en los hermanos. Por desgracia, el joven rico no aceptó la invitación de Jesús y se marchó pesaroso. No había tenido el valor de desprenderse de los bienes materiales para encontrar el bien mayor propuesto por Jesús.

La tristeza del joven rico del Evangelio es la misma que nace en el corazón de cada uno de nosotros cuando no tenemos el valor de seguir a Cristo, de hacer la elección adecuada. ¡Pero nunca es demasiado tarde para responderle!

Jesús no se cansa jamás de mirar con amor y de llamar a ser discípulos suyos, pero a algunos les propone una elección más radical. En este Año Sacerdotal, quisiera exhortar a los jóvenes y a los muchachos a prestar atención por si el Señor los invita a un don más grande en el camino del sacerdocio ministerial, y a estar dispuestos a acoger con generosidad y entusiasmo semejante señal de predilección especial, emprendiendo con un sacerdote, con su director espiritual, el necesario camino de discernimiento. Tampoco temáis, queridos y queridas jóvenes, si el Señor os llama a la vida religiosa, monástica, misionera o de consagración especial: ¡él sabe dar alegría profunda a quienes responden con valentía!

Invito, además, a cuantos sienten la vocación del sacerdocio, a acogerla con fe, comprometiéndose a poner unas bases sólidas para vivir un amor grande, fiel y abierto al don de la vida, que es riqueza y gracia para la sociedad y para la Iglesia.

5 Orientados hacia la vida eterna

«¿Qué haré para heredar la vida eterna?». Esta pregunta del joven del Evangelio se antoja alejada de las preocupaciones de muchos jóvenes contemporáneos, ya que, como observaba mi antecesor, «¿no somos nosotros la generación a la que el mundo y el progreso temporal llenan completamente el horizonte de la existencia?» (Carta a los jóvenes, n. 5: ECCLESIA 2.216 [1985/I], pág. 428). Pero la pregunta sobre la «vida eterna» aflora en momentos particularmente dolorosos de la existencia, cuando sufrimos la pérdida de un allegado o cuando vivimos la experiencia del fracaso.

Pero, ¿qué es esa «vida eterna» a la que se refiere el joven rico? Nos lo ilustra Jesús cuando, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: «Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría» (Jn 16, 22). Son palabras que indican una propuesta entusiasmante de felicidad sin fin, de la alegría de verse colmados de amor divino para siempre.

Interrogarnos acerca del futuro definitivo que nos aguarda a cada uno da plenitud de sentido a nuestra existencia, ya que orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que impulsan a amar el mundo –tan amado por el mismo Dios–, a dedicarnos a su desarrollo, pero siempre con la libertad y la alegría que nacen de la fe y de la esperanza. Se trata de horizontes que nos ayudan a no extremar las realidades terrenales, sabedores de que Dios nos prepara una perspectiva más grande, y a repetir con San Agustín: «Deseemos juntos la patria celestial, suspiremos por la patria celestial, sintámonos peregrinos aquí abajo» (Comentario al Evangelio de San Juan, Homilía 35, 9). Manteniendo puesta la mirada en la vida eterna, el Beato Pier Giorgio Frassati, muerto en 1925 con 24 años de edad, decía: «¡Quiero vivir, y no dejarme vivir!», y en la foto de una escalada, enviada a un amigo, escribía: «Hacia arriba», aludiendo a la perfección cristiana, pero también a la vida eterna.

Os exhorto, queridos jóvenes, a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para que estemos con él, para siempre. Dicha perspectiva os ayudará a dar plenitud de sentido a vuestras elecciones y calidad a vuestra existencia.

6 Los mandamientos, senda del amor auténtico

Jesús le recuerda al joven rico los diez mandamientos como condiciones necesarias para «heredar la vida eterna». Son puntos de referencia esenciales para vivir en el amor, para distinguir claramente el bien del mal y construir un proyecto de vida sólido y duradero. También a vosotros os pregunta Jesús si conocéis los mandamientos, si os preocupáis por formar vuestra conciencia conforme a la ley divina y si los lleváis a la práctica.

Ciertamente se trata de preguntas que van a contracorriente respecto a la mentalidad actual, que propone una libertad desvinculada de valores, de reglas, de normas objetivas, y que invita a negar toda limitación a los deseos del momento. Pero este tipo de propuesta, en vez de llevar a la libertad verdadera, hace del hombre un esclavo de sí mismo, de sus deseos inmediatos, de ídolos como el poder, el dinero, el placer desenfrenado y las seducciones del mundo, incapacitándolo para seguir su vocación nativa al amor.

Dios nos da los mandamientos porque quiere educarnos en la libertad verdadera, porque quiere construir con nosotros un Reino de amor, de justicia y de paz. Escucharlos y llevarlos a la práctica no significa alienarse, sino encontrar la senda de la libertad y del amor auténticos, ya que los mandamientos no limitan la felicidad, sino que indican cómo encontrarla. Al inicio de su diálogo con el joven rico, Jesús recuerda que la ley dada por Dios es buena, porque «Dios es bueno».

7 Os necesitamos

Quienes viven hoy la condición juvenil se ven enfrentados a muchos problemas derivados del desempleo, de la falta de referencias ideales seguras y de perspectivas concretas para el futuro. A veces pueden tener la sensación de la propia impotencia ante las crisis y las tendencias actuales. Pese a la dificultad, ¡no caigáis en el desánimo y no renunciéis a vuestros sueños! Cultivad, por el contrario, en vuestros corazones deseos profundos de fraternidad, de justicia y de paz. El futuro está en las manos de quienes saben buscar y encontrar razones fuertes de vida y de esperanza. Si queréis, el futuro está en vuestras manos, pues los dones que el Señor ha puesto en el corazón de cada uno de vosotros, forjados por el encuentro con Cristo, pueden traer esperanza auténtica al mundo. La fe en su amor, al haceros fuertes y generosos, os dará el valor de afrontar con serenidad el camino de la vida y de asumir responsabilidades familiares y profesionales. Comprometeos a construir vuestro futuro por medio de itinerarios serios de formación personal y de estudio, para servir de manera competente y generosa al bien común.

En mi reciente Carta encíclica sobre el desarrollo humano integral, Caritas in veritate, he indicado algunos grandes retos actuales que se revelan urgentes y necesarios para la vida de este mundo: el uso de los recursos de la tierra y el respeto a la ecología; la justa compartición de los bienes y el control de los mecanismos financieros; la solidaridad con los países pobres en el seno de la familia humana; la lucha contra el hambre en el mundo; la promoción de la dignidad del trabajo humano; el servicio a la cultura de la vida; la construcción de la paz entre los pueblos; el diálogo interreligioso; el buen uso de los medios de comunicación social.

on desafíos a los que estáis llamados a responder para construir un mundo más justo y fraternal. Son desafíos que exigen un proyecto de vida riguroso y apasionante en el que poner toda vuestra riqueza, según el designio de Dios sobre cada uno de vosotros. No se trata de realizar gestas heroicas o extraordinarias, sino de actuar aprovechando los propios talentos y las propias posibilidades, comprometiéndose a progresar constantemente en la fe y en el amor. En este Año Sacerdotal, os invito a conocer la vida de los santos, especialmente la de los santos sacerdotes. Veréis que Dios los ha guiado y ellos han encontrado su camino día tras día, precisamente en la fe, en la esperanza y en el amor. Cristo llama a cada uno de vosotros a comprometerse con él y a asumir sus propias responsabilidades para construir la civilización del amor. Si seguís su palabra, también vuestro camino se iluminará y os llevará a metas elevadas, que dan alegría y plenitud de sentido a la vida.

Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, os acompañe con su protección. Os aseguro mi recuerdo en la oración y con gran afecto os bendigo. Vaticano, 22 de febrero de 2010 BENEDICTUS PP XVI

Fuentes: Original italiano procedente del archivo
informático de la Santa Sede; traducción de ECCLESIA.
Redacción Blog. Angel C.

sábado, 8 de mayo de 2010

V Domingo de Pascua: Test del amor

DOMINGO: DIA DEL SEÑOR
(JUAN 13,31 33a.34 35) - Ciclo C

Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”. (Jn 13,31-33. 34-35).

Ámbar
Apenas los turistas descienden de sus autobuses se ven invadidos de una nube de vendedores que presentan sus productos, que ofrecen, tientan y casi obligan a que les lleven “una su mercancía”. Indudablemente que entre las más preciadas aparece el ámbar, como tesoro de Chiapas y como piedra preciosa que se convierte en presente obligado como recuerdo del viaje. Inmediatamente se acerca alguien diciendo como quien sabe “Mire, el ámbar es la única piedra preciosa de origen vegetal. Se forma de una resina de algunos árboles que datan de hace 25 a 40 millones de años y que con el tiempo sufrió un proceso de fosilización formando masas irregulares y extensas dentro de los estratos de arenisca y pizarras arcillosas de la edad terciaria… Éste es el auténtico, mire, usted lo puede comprobar…”. Y los astutos vendedores tanto de la calle como de algunos locales comerciales, ofrecen como auténtico ámbar simulaciones plásticas o de vidrio, artificiosamente elaboradas, con su “insecto incluido”, empotradas en bellas composiciones ¡de alambre! Y todo por unos cuantos pesos, pero es difícil a primera vista distinguir el ámbar falso. El verdadero ámbar es caro porque ha requerido millones de años en la oscuridad de la tierra, y claro que algunas piezas han atrapado y conservado algún pequeño insecto que ahora es estudiado y valorado por su antigüedad. Sí, igual que es difícil distinguir el verdadero amor.

Palabras últimas
En la última cena, en la cena de despedida, donde se abre el corazón y se dejan los encargos más urgentes, donde cada palabra es importante, Cristo nos da el último encargo: amar. Pero con verdadero amor. Como sucede con el ámbar también sucede con el amor: hay mercaderes de amor que salen a las calles, que ofrecen baratijas, que lo adornan o disimulan con contenidos falsos, que lo enredan en escaparates atractivos y lo ofrecen al mejor postor. Hay falsos amores que atraen y engañan, que encandilan. Pero el verdadero amor no es de momentos y ni de alucinaciones, sino de compromiso, de entrega. Así como el ámbar requiere el silencio y el tiempo para llegar a ser una piedra de valor, también el verdadero amor requiere del silencio, de la entrega y del tiempo para adquirir su verdadero valor. Los cristianos hemos hablado mucho de amor. Pero no siempre hemos acertado o no nos hemos atrevido a darle su verdadero contenido práctico a partir de las actitudes concretas de Jesús. Los cristianos no nos debemos cansar de insistir en que el amor fraterno es el verdadero test para descubrir la autenticidad de una comunidad que quiere ser la de Jesús.

Un encargo
El verdadero amor sobrevive a las dificultades más graves y a las oposiciones más hostiles. Hoy Jesús nos da el ejemplo: nos habla de su amor cuando acaba de vivir un momento de traición y está a punto de vivir el abandono de sus amigos. Entonces es cuando da su “encargo” a los apóstoles. Con frecuencia lo hemos llamado el mandamiento nuevo, pero el sentido de las palabras que utiliza Jesús no es precisamente el de una orden sino el de un encargo, de un regalo precioso que se debe cuidar. El amor no se impone por mandatos o por leyes, sino brota del corazón: “el encargo” que Jesús les hace en esos momentos a sus discípulos es que se quieran entre si, como el mismo Jesús en aquel momento los estaba queriendo. Antes ya había expresado que el amor a Dios iba de la mano con el amor a los hermanos porque sólo amando a las personas se ama a Dios. Quien dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso. El amor a los otros es la única prueba de nuestro amor a Dios.

Test del amor
La piedra de toque para descubrir si nuestro amor es verdadero nos la ofrece Jesús al hacernos este “encargo”. Nos invita al amor pero como Él nos ha amado. Si contemplamos la vida de Jesús nos encontraremos que tiene una forma muy peculiar de amar. En primer lugar se hace igual a quien ama, se encarna para hacerse hombre en todo igual a quienes ama. Nosotros hacemos al revés: queremos que los que amamos se parezcan a nosotros, que cambien a nuestros gustos y caprichos, que no sean personas independientes: “Te quiero pero sólo que te parezcas a mí y cumplas mis caprichos y expectativas”. Cristo ama al pecador aunque éste no se ha convertido y hasta da la vida por él. Nosotros no amamos a los que no nos toman en cuenta. Es más, a personas que deberíamos amar como los hijos, padres, cónyuges, compañeros de trabajo, no los amamos si ellos no nos demuestran simpatía y consideración. Jesús ama buscando la verdadera felicidad del otro; cuando se acerca a alguien lo cura tanto interiormente como exteriormente, permite que el otro alcance plena felicidad. Nosotros amamos para que nos hagan felices, para nuestro gusto y placer, por eso cuando el otro ya no nos satisface lo abandonamos y lo dejamos de lado. Jesús ama hasta dar la vida por el otro. Cuando nosotros amamos hasta destruimos la vida de los otros, los hacemos dependientes de nosotros, queremos que estén a nuestra disposición. El amor de Jesús es abierto y universal, no se encierra. Quiere que todos participen de su amor. Nuestro amor acapara, es celoso y envidioso, se cierra y no se hace fecundo hacia los demás. Jesús sabe perdonar, nosotros guardamos rencores y buscamos revanchas… ¿Se parece nuestro amor al de Jesús?

Obras son amores
El amor que Jesús nos encarga es muy concreto, se realiza al contemplar el rostro del que sufre. Muchas veces hemos dicho que debemos amar al prójimo viendo en él el rostro de Jesús y esto puede ayudarnos, pero ciertamente será más exigente amar como Jesús amó. Al estar en una situación especial ante cualquier persona, tendríamos que hacernos la pregunta: ¿cómo ama Jesús a este hermano? ¿Cómo lo debo amar yo? Si queremos amar como Él nos amó, es necesario también descubrir desde su actuación el modo concreto de vivir el amor, frente a los hermanos y no solamente un amor romántico, ideal e impersonal. El amor se transforma en acciones concretas a favor de la persona amada o no es verdadero amor. Sólo así podremos construir los cielos nuevos y la tierra nueva que nos presenta el Apocalipsis en este día. En el amor construiremos una nueva sociedad.

Señor, Tú que nos has enseñado que en el amor al prójimo se sintetiza toda tu vida y tu doctrina, enséñanos a superar nuestros egoísmos y nuestro individualismo, abre nuestro corazón al hermano e impúlsanos a construir “los cielos nuevos y la tierra nueva” en medio de nosotros, prenda de la verdadera Jerusalén celestial. Amén.


(JUAN 13,31 33a.34 35) - Ciclo C

Los políticos parecen tremendamente preocupados de su imagen. No sólo hay que ser, es casi más importante aparecer como se quiere ser. Las vallas publicitarias, los eslóganes de las campañas electorales cuidan ante todo la imagen del can didato. Al fin y al cabo, el elector se adhiere a una imagen, por ella vota. Los programas electorales quedan en una vaga indefinición ante el pueblo, que termina votando una imagen, un modelo, una persona, en un acto casi de fe, confianza y adhesión. Por eso es importante que la imagen no se deteriore, que llegue con claridad al elector, que sea percibida autentica mente, como ha sido programada con antelación.De la política como ejemplo me introduzco en la Biblia y leo: «Y dijo Dios: -Hagamos a un hombre a nuestra imagen y semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Gn 1,26-27). Y para descubrir la imagen de este Dios comienzo a espigar las páginas de la Biblia. Parece como si Dios no hubiera cui dado su imagen: se deja llevar de la ira, es vengativo, manda a Israel la práctica del anatema militar, que consistía en la destrucción total y sistemática de las ciudades conquistadas con sus hombres, animales y enseres, favorece el engaño y la traición, castiga despiadadamente, aprueba matanzas y asesi natos. Si el hombre está hecho a imagen de Dios, y éste es el Dios verdadero, me explico lo que ha sucedido: de tal palo, tal astilla...Pero sigo leyendo. Después viene Jesús y nos habla de Dios; al oírlo tengo la impresión de estar oyendo hablar de otro Dios. El Dios de Jesús ha cambiado de imagen, tiene otro rostro: el rostro del amor.Siento tan fuerte el contraste entre este Dios y el Dios antiguo, que vuelvo a releer los primeros versos de la Biblia, y comienzo a sospechar que es más bien el hombre quien ha hecho a Dios a su imagen y semejanza... Y me explico así toda esa ola de violencia y desamor divino que corre por las venas del Antiguo Testamento. Llego a pensar que ese Dios es un magnífico pedagogo que se va revelando poco a poco a su pueblo en la medida en que éste progresa hacia él.En el principio era norma la violencia sin medida, propia de un pueblo primitivo. Frente a la venganza de Lamec hasta setenta y siete veces (Gn 4,23-24), la ley del "talión" restringe los ímpetus humanos: «ojo por ojo, diente por diente»; no hay que excederse en el castigo (Ex 21,22-23); el libro del Exodo garantiza la vida con un absoluto «no matarás» (20,13); el Levítico prohibe vengarse de los conciudadanos y manda: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (19,17). En torno a este mandato de amor nació en Israel una legislación humani taria de la que Dios mismo se hace garante: pedirá cuenta de los delitos contra la vida, de las injusticias, de la opresión, de la vejación de los pobres, indigentes, extranjeros, viudas, huér fanos, desamparados de la sociedad. Con Jeremías, Dios mis mo se niega a estar en un templo al que acuden los que prac tican a diario la injusticia (Jr 7,lss).Sólo al final, con Jesús, la imagen de Dios se revela con nitidez: «Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, amaos también entre vos otros. En esto conocerán que sois discípulos míos, en que os amáis unos a otros» (Jn 13,34-35). La medida del amor es el amor sin medida, practicado por el Maestro. La medida del amor supera el amor a la propia vida. Esta es la medida del amor divino que entregó a su Hijo a la muerte.Mucho tiempo le costó a la humanidad dar con este camino, hasta comprender que es el hombre el que está hecho a la imagen de Dios. Que todo ha sido un problema de imagen. Que sólo cuando los hombres rindan culto al Amor-Dios se acabará la ola de violencia que nos invade. En este sentido, nuestro mundo camina todavía por la prehistoria, adorando dioses falsos, falsas imágenes de un dios, fabricado a imagen y semejanza humana.

Publicado por CAMINO MISIONERO