lunes, 30 de agosto de 2010

CUENTO Y REFLEXIÓN

La vida es como es...

y no como nos parece

Uno de los cuentos que suele contar el Padre Mamerto Menapace es aquel que habla de dos parroquianos, uno más joven que el otro, que estaban un domingo en la tarde tomando ginebra en un bar.

Después de un largo rato en silencio y tras varios brindis, el mayor le dice al más joven: "Mi' jito, me parece que vas a tener que dejar la bebida".

El muchacho sorprendido, le pregunta "¿y por qué tengo que dejar de beber?" a lo que, luego de una pausa mediante, su compañero le dice "porque te estás poniendo borroso..."


Nos sucede muchas veces que nos creemos que la vida es según como uno la quiera ver. Y nada más erróneo y hasta peligroso que eso. Es muy bueno tener una actitud positiva para enfrentar cada circunstancia que nos toca vivir a diario. Ser optimista es muy saludable.

Ahora bien, en la vida misma también nos toca vivir momentos de tristeza, de desolación, de desamor. Y es ahí cuando todo nos puede parecer oscuro, negativo. Es peligroso creer que la vida no vale la pena por el estado de ánimo que a una persona esté teniendo. Es peligroso dejarse caer en el relativismo.

Si uno depende exclusivamente de las propias fuerzas es muy probable que se caiga en "bajones anímicos" propio de las limitaciones y defectos que todo ser humano tiene.

Cada cual tiene su propia forma de vivir, su propia actitud... pero nunca hay que perder de vista que la vida es lo que es y no lo que nos parece: recordarlo siempre es lo que nos puede alentar a volver a empezar.

Los santos que han existido a lo largo de la historia de Nuestra madre Iglesia han dado sobrados ejemplos de optimismo en medio de las adversidades. Cuando el optimismo está fundado en la fe en Dios, ahí todo cobra un nuevo sentido.

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