sábado, 27 de febrero de 2010

Debemos progresar en el conocimiento de Cristo

Evangelio del Domingo. Dia 28 de Febrero San Lucas9,28b-38

"En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: -«Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: -«Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.» Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto".

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"Ver como Dios ve "

El Santo Evangelio que nuestra Madre Iglesia ofreció el domingo anterior giraba en torno al misterio del mal, enfrentado por Jesús con la fuerza de la Palabra de Dios. Hoy, segundo domingo de Cuaresma, en la escena de la Transfiguración del Señor, nos es revelado el inefable Misterio de su Soberana Majestad (Lc 9, 28-36).
El evangelista de la oraciónMuchos rasgos distinguen el relato lucano de sus paralelos sinópticos (compárese Mt 17, 1-9; Mc 9, 2-10). De entre éstos, nos referimos a la oración, por la crisis de interioridad que informa el espíritu de la época. Es una descripción original. Muestra a Jesús invitando a tres discípulos a subir “a un monte para hacer oración” (v. 28; compárese con Mt 17, 1; Mc 9, 2). Lucas subraya que precisamente cuando Jesús “oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes” (v. 29; compárese con Mt 17, 2 y Mc 9, 2-3).El tercer Evangelio destaca por mostrar nueve veces a Jesús orando, de las cuales sólo dos tienen paralelo en los otros evangelios sinópticos: Lc 10, 21-22 // Mt 11, 25-27; Lc 22,41 // Mc 14, 35; Mt 26, 39. Las siete restantes se hallan cuidadosamente situadas: durante su Bautismo (véase 3, 21); después de realizar varias curaciones (véase 5, 16); antes de la elección de los Doce (véase 6, 12); en el relato de la confesión de fe de Pedro (véase 9, 18); en el momento de la Transfiguración (véase 9, 28-29); antes de la enseñanza del Padrenuestro (véase 11, 1), y en la Crucifixión (véase 23, 34.46).
La toma de conciencia de su filiaciónEn el Monte Horeb, Dios se manifestó a Moisés en la zarza ardiente (véase Ex 3, 1-3). El pueblo elegido vio el Monte Sinaí cubierto de humo, pues Dios había descendido sobre él en el fuego (véase Ex 19, 18). Lucas describe que Jesús se retiró a orar al monte, y aunque no especifica su nombre, destaca que en aquel lugar «vino una voz desde la nube, que decía: ‘Éste es mi Hijo, mi Elegido, escuchadle’» (v. 35).Es un significativo momento de la vida interior de Jesús: La revelación y toma de conciencia de Hijo, que coincide con el momento de su Bautismo, y todo ello ocurrió mientras se hallaba en oración (compárese v. 29 y Lc 3, 21).
Jesús, modelo de oranteLucas tiene interés en presentar a Jesús como un asiduo orante, quien se retiraba a lugares solitarios para comunicarse con su Padre. A partir de Él, hemos aprendido a invocar a Dios con la misma confianza e intimidad con que se relaciona un hijo con su papá (compárese Lc 11, 2). Evocamos la Oración Colecta del domingo precedente, porque en ella, nuestra Madre, la Iglesia, nos enseña a pedir lo más conveniente para este período: “Concédenos, Dios todopoderoso, que las prácticas anuales propias de la Cuaresma nos ayuden a progresar en el conocimiento de Cristo y a llevar una vida cristiana”.

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