sábado, 27 de julio de 2013

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD 2013



De entre las 400 familias que viven en Varguinha, una de las favelas que integran el Complejo de Manguinhos, hasta hace nueve meses de los lugares más peligrosos y afectados por el tráfico armado en Río de Janeiro, la casa de María Lucía fue la escogida por el Papa, este jueves, para entrar unos minutos y repartir bendiciones.
"Fue una sorpresa muy grande que yo misma ni sabía. Mi responsabilidad aumentó mucho, como madre, como esposa, como abuela y como misionaria", explica a ELMUNDO.es una emocionada María, tras el encuentro.
En una sala de apenas nueve metros cuadrados con dos sofás y estanterías llenas de globos blancos y amarillos, en homenaje a los colores de la bandera del Vaticano, Francisco se dirigió en 'portuñol' a esta familia, dio a todos la mano y se mostró cariñoso con la pequeña Olivia de dos años, nieta de María. Durante la visita, los atónitos allí presentes que no imaginaban tener al Santo Pontífice dentro de su vivienda, aprovecharon para sacar fotos del momento.
Para esta mujer que no ha querido revelar su edad, la visita del Papa "cambia mucho la vida de los jóvenes de la comunidad porque ayuda a que no caigan en la droga o en la prostitución".
Nada más entrar en Varguinha, Francisco ha bajado del Papamóvil, momento en el que le han entregado un collar verde, amarillo, azul y blanco con el que ha continuado a pié el trayecto previsto, durante el cual ha sido aclamado por una calurosa multitud. Muchos como Teresa Marques de 65 años, le esperaban desde antes de salir el sol.
"Fue algo muy bueno, nunca pensé ver el Papa en una comunidad de personas carentes", señala Teresa.
La favela de Manguinhos, conocida antaño como la Franja de Gaza, debido a su violencia y el abandono a la que la condenaron por ser uno de los puntos de la ciudad más afectados por el narcotráfico armado, fue ocupada por policías y militares en octubre del año pasado, inaugurando una nueva era aunque no exenta de dificultades.
El 'Papa de los pobres' se ha referido a ellas en su discurso: "Ningún esfuerzo de pacificación será duradero, ni habrá armonía ni felicidad para una sociedad que ignora y deja al margen, en la periferia, parte de sí misma".
Desde 2008, las autoridades de Río de Janeiro llevan a cabo su plan más ambicioso que consiste en "pacificar" las favelas, es decir, eliminar la presencia de armas con vigilancia policial e implementar una agenda social que permita el acceso a los servicios básicos.

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