RIO DE JANEIRO, 25 Jul. 13 / 05:33 pm (ACI).-
Queridos jóvenes:
"Qué bien se está aquí", exclamó Pedro, después
de haber visto al Señor Jesús transfigurado, revestido de gloria. ¿Podríamos
repetir también nosotros esas palabras? Pienso que sí, porque para todos
nosotros, hoy, es bueno estar aquí reunidos en torno a Jesús. Él es quien nos
acoge y se hace presente en medio de nosotros, aquí en Río. Pero en el Evangelio
también hemos escuchado las palabras del Padre: "Éste es mi Hijo, el escogido,
escuchadle" (Lc 9,35).
Por tanto, si por una parte es Jesús el que nos
acoge; por otra, también nosotros hemos de acogerlo, ponernos a la escucha de su
palabra, porque precisamente acogiendo a Jesucristo, Palabra encarnada, es como
el Espíritu nos transforma, ilumina el camino del futuro, y hace crecer en
nosotros las alas de la esperanza para caminar con alegría (cf. Carta enc. Lumen
fidei, 7).
Pero, ¿qué podemos hacer? "Bota fé – Pon fe".
La cruz de la Jornada Mundial de la Juventud ha gritado estas palabras a lo
largo de su peregrinación por Brasil. ¿Qué significa "Pon fe"? Cuando se prepara
un buen plato y ves que falta la sal, "pones" sal; si falta el aceite, "pones"
aceite… "Poner", es decir, añadir, echar.
Lo mismo pasa en nuestra vida, queridos
jóvenes: si queremos que tenga realmente sentido y sea plena, como ustedes
desean y merecen, les digo a cada uno y a cada una de ustedes: "pon fe" y tu
vida tendrá un sabor nuevo, tendrá una brújula que te indicará la dirección;
"pon esperanza" y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya
oscuro, sino luminoso; "pon amor" y tu existencia será como una casa construida
sobre la roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que
caminan contigo. ¡Pon fe, pon esperanza, pon amor!
Pero, ¿quién puede darnos esto? En el Evangelio
hemos escuchado la respuesta: Cristo. "Éste es mi Hijo, el escogido,
escuchadle". Jesús es quien nos trae a Dios y nos lleva a Dios, con él toda
nuestra vida se transforma, se renueva y nosotros podemos ver la realidad con
ojos nuevos, desde el punto de vista de Jesús, con sus mismos ojos (cf. Carta
enc. Lumen fidei, 18).
Por eso hoy les digo con fuerza: "Pon a Cristo"
en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; "pon a Cristo" y verás
crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro;
"pon a Cristo" y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda.
Hoy me gustaría que todos nos preguntásemos
sinceramente: ¿en quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o
en Jesús? Tenemos la tentación de ponernos en el centro, de creer que nosotros
solos construimos nuestra vida, o que es el tener, el dinero, el poder lo que da
la felicidad. Pero no es así.
El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un
momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y
nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos, y
terminamos empachados, pero no alimentados y es muy triste ver una juventud
empachada, pero débil. La juventud tiene que ser fuerte, alimentarse de su fe y
no empacharse de otras cosas”.
¡"Pon a Cristo" en tu vida, pon tu confianza en
él y no quedarás defraudado! Miren, queridos amigos, la fe lleva a cabo en
nuestra vida una revolución que podríamos llamar copernicana, porque nos quita
del centro y pone en él a Dios; la fe nos inunda de su amor que nos da
seguridad, fuerza, esperanza. Aparentemente no cambia nada, pero, en lo más
profundo de nosotros mismos, todo cambia.
En nuestro corazón habita la paz, la dulzura,
la ternura, el entusiasmo, la serenidad y la alegría, que son frutos del
Espíritu Santo (cf. Ga 5,22) y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de
pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de
Jesús, de Dios. En el Año de la Fe, esta Jornada Mundial de la Juventud es
precisamente un don que se nos da para acercarnos todavía más al Señor, para ser
sus discípulos y sus misioneros, para dejar que él renueve nuestra vida.
Querido joven, querida joven: "Pon a Cristo" en
tu vida. En estos días, Él te espera en su Palabra; escúchalo con atención y su
presencia enardecerá tu corazón. "Pon a Cristo": Él te acoge en el Sacramento
del perdón, para curar, con su misericordia, las heridas del pecado. No tengas
miedo de pedir perdón. Él no se cansa nunca de perdonarnos, como un padre que
nos ama.
¡Dios es pura misericordia! "Pon a Cristo": Él
te espera en el encuentro con su Carne en la Eucaristía, Sacramento de su
presencia, de su sacrificio de amor, y en la humanidad de tantos jóvenes que te
enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán
el lenguaje de la caridad, de la bondad, del servicio. También tú, querido
joven, querida joven, puedes ser un testigo gozoso de su amor, un testigo
entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo
nuestro.
"Qué bien se está aquí", poniendo a Cristo, la
fe, la esperanza, el amor que él nos da, en nuestra vida. Queridos amigos, en
esta celebración hemos acogido la imagen de Nuestra Señora de Aparecida. Con
María, queremos ser discípulos y misioneros. Como ella, queremos decir "sí" a
Dios. Pidamos a su Corazón de Madre que interceda por nosotros, para que
nuestros corazones estén dispuestos a amar a Jesús y a hacerlo amar. ¡Él nos
espera y cuenta con nosotros! Amén.
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