
"BUENA NUEVA" PASTORAL DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL Instrumento de Formación e Información
martes, 29 de junio de 2010
¿POR QUÉ ATRAEMOS A LA PERSONA EQUIVOCADA?

EL VALOR DEL PERDON

Muchas veces, se nos hace difícil perdonar. Digo perdonar, no desde las palabras -un “te perdono” puede resultar hasta una fórmula hecha-, me refiero a perdonar desde lo más profundo de nuestro corazón. Cuando hemos sido ofendidos, defraudados, algo se quiebra dentro de nosotros. Entonces, tendemos a encerrarnos en nuestro dolor, como mecanismo de defensa, nos distanciamos de aquél que nos hirió, como si alejándonos, la angustia menguase. Sin embargo, pocos entendemos que, para sanear un corazón lastimado, el perdón genuino es la mejor opción, aun resultándonos difícil.
Cuando uno perdona, desde lo más profundo de su alma, sana las heridas, quita el sabor amargo que ha quedado y deja vacío ese espacio que ocupaba el rencor o la ofensa para dar cabida a sentimientos y sensaciones más agradables.
Por otro lado, perdonar implica entender al otro, su circunstancia, su situación y –desde ese entendimiento- construir un mejor lazo, un vínculo de mayor empatía. Cuando hemos sido defraudados o maltratados, no es fácil poner la otra mejilla, no somos Jesús, pero podemos tratar de imitarlo.
A menudo, sentimos que hemos perdonado, así lo creemos, pero, a la hora de volver a arriesgarnos, el perdón se desdibuja. Si no volvemos a confiar, no hemos perdonado del todo.
El perdón limpia, redime, eleva, nos hace más bondadosos y más grandes. El rencor pesa demasiado, no es una carga fácil de llevar en la vida. Nos roba energías para enfrentar la vida de una manera más positiva, aletarga nuestro paso y no nos conduce a buen destino.
Perdonar puede ser también un ejercicio. Hay muchas cosas en la vida a las que uno aspira, pero no consigue fácilmente, quizás el saber perdonar sea una de ellas. De todos modos, bien vale la pena intentarlo una y otra vez. ¿Cuál es el riesgo? ¿Qué seamos heridos nuevamente? ¿Qué nuestra confianza se vea de nuevo defraudada? Es una de las posibilidades. ¿Cuáles son las otras? ¿Que nos sintamos en paz con nosotros mismos, que nos reencontremos con el otro desde otro lugar, que nos hayamos acercado un poquito más al Señor? Posibilidades todas que bien merecen tomar ese riesgo.
El perdón nos ayuda a vivir en paz con nosotros mismos y con los demás, pero también ayuda a quien nos ha lastimado. Si aquél que obró mal siente que es realmente perdonado y que nuestro corazón le abre sus puertas nuevamente, sin dudas, no volverá a lastimarnos.
El rencor aleja, endurece, contrae y nos empequeñece. El perdón nos da, ni más ni menos, la posibilidad de volver a empezar, de volver a creer.
El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe. (2)
“Aquel que no puede perdonar a otros, destruye el puente sobre el cual debe pasar él mismo”
(2) William Shakespeare (1564 – 1616). Poeta inglés.
Escritora
LA REFLEXIÓN DE LA SEMANA

Pasó un año y era muy difícil vivir sin su pareja. La soledad la había invadido y parecía su destino. Pero entonces, igual que en otros días de San Valentín, sonó el timbre y encontró las rosas.Entró con ellas en las manos y con gran asombro tomó el teléfono y llamó al florista. Le contestó el dueño y ella le pidió que le explicara...Quién quería causarle tanto daño? La respuesta fue.."Se que su esposo murió hace más de un año y estaba seguro de que usted me llamaría". Las flores que usted acaba de recibir fueron previamente pagadas. Su esposo siempre adelantaba las cosas sin dejar nada al devenir. Hay un pedido en su expediente pagado por adelantado para que reciba estas flores cada año. También debe saber otra cosa. Hay una notita especial escrita en una tarjeta. Esto lo hizo hace muchos años. Esta dice que si yo me enterase que él ya no está, esta tarjeta se la debo enviar a usted al año siguiente.Rosa se mostró agradecida y colgó hecha un mar de lágrimas, con las manos temblorosas y lentamente tomó la tarjeta con la nota. Se la quedó mirando en un silencio total.
Leyó lo siguiente:"Hola mi Amor, se que hace más de un año que me fui. Espero no haya sido muy penoso recuperarte. Se lo solita que debes de estar y se que el dolor es verdadero, pues si fuera diferente se como me sentiría. El amor que compartimos hizo que todo en la vida se viera hermoso. Te quise más de lo que cualquier palabra puede expresar. Tú fuiste la esposa perfecta, fuiste mi amiga y amante, llenaste todo lo que anhelaba. Se que solo ha pasado un año pero te pido que por favor no sufras más. Quiero que seas feliz aunque derrames lágrimas. Por eso las rosas te llegarán todos los años. Cuando las recibas piensa en la felicidad que tuvimos juntos y como fuimos bendecidos.Siempre te amé y te seguiré amando, pero tú tienes que seguir viviendo.Por favor, trata de encontrar felicidad mientras vivas. Se que no será fácil, pero se que encontrarás la forma. Las rosas te seguirán llegando cada año hasta el día en que no haya quien abra la puerta. El florista ha recibido instrucciones de tocar a tu puerta cinco veces el mismo día por si saliste.
El día que ya nadie la abra sabrá a donde llevar las flores.......en donde estemos reunidos."...En la vida hay veces que encontramos una amistad especial, alguien que cambia nuestra vida con solo ser parte de ella. Alguien que nos haga creer que hay algo muy bonito y muy bueno en el mundo. Alguien que nos convence que hay una puerta cerrada esperando que se abra con la eterna amistad.
domingo, 20 de junio de 2010
PALABRA DEL DOMINGO

La importancia dela oración
Enseguida encontramos el primer anuncio de la Pasión: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día” (v. 22). Jesús se refiere a Sí mismo como el “Hijo del hombre” que tiene qué sufrir mucho. El destino de sufrimiento, reprobación y muerte no termina en fracaso, sino en victoria. A Jesús, la piedra desechada por los constructores, Dios la convertirá en piedra angular (compárese Lc 20, 17).El sufrimiento entraña un misterio inefable, al extremo de que nuestros sufrimientos, unidos a los de Cristo, tienen carácter salvífico: “Ahora -confiesa Pablo- me alegro por los padecimientos que soporto por ustedes, y completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo en mi carne, a favor de su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1, 24). Reconocer a Jesús, sufrido, rechazado y asesinado, implica seguirlo en su camino, decididos a vivir como Él, abrazando nuestra propia cruz (véanse vv. 23-24).
Quien soy yo para Tí??
Los creyentes miramos a Jesús, estamos fundamentados en él. El ancla de nuestra fe está fija en el fondo y por más que se mueva la superficie, sabemos y confiamos en que Dios llevará a término la obra que él mismo ha empezado. Hay que decir y repetir este mensaje muchas veces. Porque hay muchos que hablan y hablan de lo mal que estamos, de que ya no hay valores en nuestra sociedad, de que todos son guerras, asesinatos, robos.
De que el sexo parece ser el único objetivo de todos, etc. Podríamos seguir diciendo cosas similares. Los que así hablan nos anuncian más graves catástrofes todavía. No hay más solución que atender a lo que ellos dicen. Tenemos que cumplir las normas, tenemos que actuar de otra forma, tenemos que... Y nos preguntamos si, siendo tan malos como ellos nos dicen, podremos cumplir con todos esos “tenemos que” que nos proponen. Definitivamente su mensaje no abre caminos de esperanza sino de desesperación. No hay salida. No hay futuro.
El Evangelio nos centra en lo fundamental. Nosotros creemos que Jesús es el Mesías de Dios. No es un profeta más. No le seguimos porque estemos convencidos de que su doctrina es mejor que la de otros. Ni porque haga unos milagros glamourosos como nadie ha hecho nunca. Creemos, estamos convencidos, que es el Hijo de Dios, que en él se ha hecho carne el amor de Dios por nosotros, por la humanidad entera, por este mundo nuestro. Dios no ha dado la espalda a su creación. No desea nuestra muerte sino nuestra vida. Esa voluntad de Dios se ha manifestado en Jesús. En él reconocemos y experimentamos el amor gratuito de Dios. Somos muy conscientes de nuestras limitaciones, de nuestros fallos y errores. Pero sabemos que el amor de Dios es más grande que todo ello. Y que la vida triunfa sobre la muerte. Y la gracia sobre el pecado. Por eso, caminamos por la vida llenos de esperanza y con la frente bien alta. No porque nuestras obras sean justas y con ellas hayamos ganado la salvación. Sino porque hemos experimentado el don de la gracia, nos sabemos amados por Dios en Jesús. No miramos nuestro ombligo –no queremos salvar nuestra vida– sino que salimos a la vida cada día anunciando la buena nueva de Jesús, la esperanza de vida que hemos puesto en él. Y él no nos defrauda.
Estamos en el domingo XII del tiempo ordinario. En este domingo se nos viene a interpelar sobre quién es Jesucristo para nosotros y cómo es nuestro cristianismo.
sábado, 19 de junio de 2010
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

El carácter de la Solemnidad que hoy celebramos es doble: de acción de gracias por las maravillas del amor que Dios nos tiene y de reparación, porque frecuentemente este amor es mal o poco correspondido, incluso por quienes tenemos tantos motivos para amar y agradecer. Desde siempre fue fundamento de la piedad cristiana la consideración del amor de Jesús por todos los hombres; por eso, el culto al Sagrado Corazón de Jesús «nace de las fuentes mismas del dogma católico». Este culto recibió un especial impulso por la devoción y piedad de numerosos santos a quienes el Señor mostró los secretos de su Corazón amantísimo, y les movió a difundir la devoción al Sagrado Corazón y a fomentar el espíritu de reparación.
El viernes de la octava de la festividad del Corpus Christi, el Señor pidió a Santa Margarita María de Alacoque que promoviera el amor a la comunión frecuente..., sobre todo los primeros viernes de cada mes, con sentido de reparación, y le prometió hacerle partícipe, todas las noches de este jueves al viernes, de su pena en el Huerto de los Olivos. Un año más tarde, se le apareció Nuestro Señor y, descubriéndole su Corazón Sacratísimo, le dirigió estas palabras, que han alimentado la piedad de muchas almas: Mira este Corazón que ha amado tanto a los hombres y que no ha omitido nada hasta agotarse y consumirse para manifestarles su amor; y en reconocimiento, Yo no recibo de la mayor parte sino ingratitudes por sus irreverencias y sacrilegios y por las frialdades y desprecios que tienen hacia Mí en este sacramento de amor. Pero lo que me es más sensible todavía es que sean corazones que me están consagrados los que así me traten. Por eso, te pido Yo que el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento sea dedicado a una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando ese día y reparando con algún acto de desagravio...
El meditar hoy en el amor que Cristo nos tiene, nos impulsará a agradecer mucho tanto don, tanta misericordia inmerecida. «¡Gracias, Jesús mío!, porque has querido hacerte perfecto Hombre, con un Corazón amante y amabilísimo, que ama hasta la muerte y sufre; que se llena de gozo y de dolor; »-¡Gracias, Jesús mío, y danos un corazón a la medida del Tuyo!».
Muy cerca de Jesús encontramos siempre a su Madre. A Ella acudimos al terminar nuestra oración, y le pedimos que haga firme y seguro el camino que nos lleva hasta su Hijo.

NOTA HISTORICA:
Ya existía como devoción particular en la Edad Media; como fiesta litúrgica aparece en 1675, a raíz de las apariciones del Señor a Santa Margarita María de Alacoque. En estas revelaciones conoció la Santa con particular hondura la necesidad de reparar por los pecados personales y de todo el mundo, y de corresponder al amor de Cristo. Le pidió el Señor que se extendiera la práctica de la comunión frecuente, especialmente los primeros viernes de cada mes, con sentido reparador, y que «el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento» fuera dedicada «una fiesta particular para glorificar su Corazón». La fiesta se celebró por vez primera el 21 de junio de 1686. Pío IX la extendió a toda la Iglesia. Pío XI, en 1928, le dio el esplendor que hoy tiene.
Bajo el símbolo del Corazón humano de Jesús se considera ante todo el Amor infinito de Cristo por cada hombre; por eso, el culto al Sagrado Corazón «nace de las fuentes mismas del dogma católico», como el Papa Juan Pablo II ha expuesto en su abundante catequesis sobre este misterio tan consolador.
miércoles, 16 de junio de 2010
ANIVERSARIO PARROQUIAL
SEMANA DE REFLEXIÓN-MEDITACIÓN
Excelente Semana de reflección llevado a cabo, en el marco de las celebraciones por nuestros 41 aniversario de la Parroquia Sagrados Corazones de Jesús y María.
Temas muy importantes y de mucha profundidad espiritual, como el día miércoles , por las hermanas Misioneras Apóstoles de la Palabra, el día jueves el Lc. Fernando Montero con el tema acerca de los temperamentos y Autoestima en la personalidad.
Cerrando brillantemente los tres días de Reflexión el día Viernes 11, con la Reseña histórica de nuestra Parroquia.
DIA CENTRAL - SANTA MISA
SABADO 12-06-2010
REFLEXION DE LA SEMANA - PAPA NO ME PEGUES
Ayudemos a parar la violencia en contra de los mas indefensos, amen a sus hijos besenlos cada dia por que uno nunca sabe cuando uno tiene que partir, hagamos que guarden los mas tiernos recuerdos nuestros.
PMCSSSCCJyM
sábado, 12 de junio de 2010
Fiesta del Santisimo cuerpo y sangre de Cristo

Historia de la fiesta
Desde los albores del siglo,XII, la fe y la devoción eucarística se inclinaron notablemente hacia la doctrina de la presencia real de Cristo en la eucaristía. Esto se debió, en parte, a una reacción contra las herejías que prevalecían entonces; como la de Berengario, que minimizaba e incluso llegaba a negar tal doctrina. La práctica eucarística de aquel tiempo se caracterizaba por un fuerte deseo por parte de los fieles de ver la hostia y el cáliz en la misa. Esto iba acompañado por una sensación de temor reverencial ante la presencia real y una profunda conciencia de indignidad personal. Ver la hostia, venerar las sagradas especies, constituía una forma de comunión espiritual. La comunión sacramental, que es la mejor forma de participación en la misa, se hizo poco frecuente.
Ese era el clima religioso, un clima de lo más favorable para introducir una nueva fiesta en honor de la eucaristía, considerada especialmente bajo el aspecto de presencia real. La iniciativa no llegó “de arriba”, de la jerarquía, sino “de abajo”, de un movimiento del Espíritu en la Iglesia. Una monja desconocida, de vida estrictamente claustral, sería la primera en promover la institución de una nueva fiesta eucarística. Era Juliana de Mont Cornillon, de la diócesis de Lieja, en lo que hoy es Bélgica.
En 1208, Juliana tuvo su primera visión. Observó la luna llena, en la cual veía una mancha oscura. Recibió entonces la revelación, por parte de Cristo, de que aquella mancha significaba la ausencia en el calendario de una fiesta especial en honor a la eucaristía. Recibió, además, el encargo de promover esa fiesta. Pasaron varios años antes de que la vidente pudiera encontrar a alguien dispuesto a escuchar su propuesta favorablemente. En 1240, Roberto, obispo de Lieja, promulgó un decreto estableciendo la fiesta en su diócesis, para que se celebrara el segundo domingo después de pentecostés. En 1251 el legado papal cardenal Hugues de Saint-Cher inauguró la fiesta en Lieja. En adelante se celebraría el jueves después de la octava de pentecostés.
En 1264, el papa Urbano IV extendió la celebración a toda la Iglesia. Sin embargo, el decreto papal permaneció durante cincuenta años como letra muerta. Sólo cuando el papa Clemente V confirmó el decreto de su predecesor y Juan XXII lo publicó en 1317, la nueva fiesta encontró un lugar seguro en el calendario. No tardó en llegar a ser una de las fiestas más populares en el año litúrgico de la Iglesia.
Al principio no se hacía procesión. La primera noticia que se tiene de esta práctica se remonta al año 1279, en Colonia. Pronto siguieron su ejemplo otras iglesias. La hostia consagrada se llevaba procesionalmente por las calles y los campos, tributando así público homenaje a Cristo presente en el sacramento. Para exhibir la hostia se usaban entonces los relicarios. Más tarde comenzó a elaborarse lo que hoy conocemos con el nombre de custodias.
La procesión
Según el Ritual de la sagrada comunión y del culto a la eucaristía fuera de la misa, “el pueblo cristiano da testimonio de fe y piedad religiosa ante el Santísimo Sacramento con las procesiones en que se lleva la eucaristía por las calles con solemnidad y con cantos” (101).
Desde luego, la procesión es opcional. El tráfico y abarrotamiento de nuestras ciudades y otros muchos núcleos urbanos importantes presentan algunas dificultades. Para asegurar una procesión más ordenada y digna, los pastores pueden transferirla al domingo siguiente y a una hora más tranquila por la tarde. Donde la procesión no es viable, se pueden considerar otros modos para tributar honor públicamente en este día a la presencia eucarística de Cristo. Una prolongada exposición del Santísimo en la iglesia podría, en tal caso, sustituir a la procesión.
Pero donde no hay inconvenientes para que se lleve a cabo con dignidad y reverencia, conviene hacerla. Es la procesión un hermoso acto público de homenaje a Cristo presente en la eucaristía y de acción de gracias a Dios por tan inmenso don. Constituye, además, una viva manifestación de la iglesia local.
Es importante enfatizar la íntima conexión que existe entre la misa y la procesión. El mencionado ritual, en el número 103, afirma: “Conviene que la procesión con el Santísimo Sacramento se celebre a continuación de la misa en la que se consagre la hostia que se ha de trasladar en procesión”. No se trata de una mera rúbrica, sino de manifestar que la procesión es una prolongación de la misa y, por consiguiente, no debe considerarse separada. Viene a ser una acción de gracias más amplia. Toda devoción eucarística debe partir de la misa y conducir de nuevo a ella. Nos lo recuerda la instrucción de mayo de 1967 Adoración del misterio eucarístico, n 3 E: “La celebración de la eucaristía en el sacrificio de la misa es verdaderamente el origen y el fin de la adoración que se tributa a la eucaristía fuera de la misa”.
La hostia que se lleva en procesión es el pan vivo y dador de vida. Con razón recibe culto público, y su finalidad principal es ser recibida como alimento espiritual para unirnos con Cristo y asociarnos a su sacrificio. La hostia llevada en triunfo con luces e incienso está destinada a ser consumida por uno de los fieles, tal vez por un niño…
Durante la procesión se pueden hacer estaciones o paradas donde se da la bendición eucarística. “Los cantos y oraciones que se tengan se ordenen a que todos manifiesten su fe en Cristo y se entreguen solamente al Señor” (104). “Al final se da la bendición con el santísimo Sacramento en la iglesia en que acaba la procesión, o en otro lugar oportuno; y se reserva el santísimo Sacramento” (108).
VINCENT RYAN
PASCUA. FIESTAS DEL SEÑOR
Ediciones Paulinas. Madrid 1985, pág. 106-117
A finales del siglo XIII en Lieja, Bélgica surgen una corriente eucarística que da origen a varias costumbres actuales como la Exposición y Bendición con el Santísimo, el uso de campanillas durante la elevación en la misa y la Fiesta del Corpus Christi. Santa Juliana de Mont Cornillón, priora de la Abadía de Cornillón en Leija convenció al Obispo Roberto de Thorete de que estableciera una fiesta en honor a la Eucaristía.
El 1247se celebró la primera fiesta del
Corpus Christi el jueves posterior a la
fiesta de la Santísima Trinidad.
El Milagro Eucarístico de Bolsena
Un sacerdote de Praga, atormentado por dudas acerca de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, mientras dividía la Hostia santa en la celebración de la Misa, vio el corporal lleno de sangre que brotaba de las sagradas especies. Asombrado y aturdido por tan gran prodigio, le vino la duda de si había de terminar o seguir la Misa.
En la esperanza de ocultar a los presentes lo sucedido y con el deseo de pedir ayuda y explicación a la competente autoridad, resolvió suspender la celebración de la Santa Misa, y, recogidas las sagradas especies en paños sagrados, corrió a la sacristía, sin reparar que, en el trayecto, algunas gotas de la preciosísima Sangre habían caído sobre el mármol del pavimento. Esto sucedía en la Basílica de Santa Cristina, sobre el altar puesto bajo el baldaquino de mármol lombardo.Cuando acaecía este milagro, era Ministro General de los Franciscanos Juan Fidenza, conocido bajo el nombre de Buenaventura de Bagnorea, ciudad natal del Santo, a pocos kilómetros de Bolsena. Profundo conocedor de los hombres y de los lugares, el Doctor Seráfico fue encargado por el Papa Urbano IV de presidir la comisión de teólogos instituida para controlar la verdad de los hechos.Realizado su cometido por la comisión, confirmó la verdad del milagro, y el Papa ordenó a Jaime Maltraga, Obispo de Bolsena, que le llevase a Orbieto, donde tenía su residencia, el sagrado corporal, el purificador y los linos manchados de sangre. Acompañado el Papa de su corte, salió al encuentro de las sagradas reliquias, y, en el puente de Rivochiero, tomó entre sus manos el sagrado depósito y lo llevó procesionalmente a Orbieto.
jueves, 10 de junio de 2010
DOMINGO, DIA DEL SEÑOR
6 de junio (Lucas 9, 11b-17)

"Comieron todos y se saciaron"
Señor, que sobre todo me mueva la necesidad de confiar en Ti,
¡Gracias, Dios Padre Bueno, porque Tú eliges
PARA VIVIR ESTA SEMANA
sábado, 5 de junio de 2010
DOMINGO: DÍA DEL SEÑOR

El Magisterio del Espíritu
NOTICIAS PARROQUIALES Mayo 2010
PENTECOSTES
NOVENA AL
ESPIRITU SANTO