domingo, 31 de octubre de 2010

Palabra del Señor

Comentario seglar al Evangelio del domingo 31 de Octubre de 2010

EL EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10

El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa." Él bajo en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador." Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más." Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."

NOTAS BÍBLICAS

(por equipo coordinador, con asesoramiento de un biblista)

Episodio exclusivo de Lucas. A pesar del uso que se hace del mismo, no es un relato de conversión.Nos encontramos con una persona rica, lo cual ya se catalogaba como alguien injusto, y además jefe de publicanos, lo que confirmaba la calificación, como vimos en el texto del domingo pasado. Por ello se le marginaba socialmente, como se observa en el hecho que no se le deja hueco para que vea a Jesús, como sería propio dada la importancia de su condición.De ahí el malestar con Jesús, que rompe su aislamiento social al hospedarse en su casa y comer con él, acto de integración social. Por tanto, Jesús no siempre rechaza a una persona por su condición de rico.Ante las críticas, Zaqueo afirma que está dando la mitad de sus bienes a los pobres y devolviendo el cuádruple a los que pueda haber extorsionado. Los verbos en el original están ambos en presente (la liturgia traduce el segundo en futuro: "le restituiré cuatro veces más"); no es algo que vaya a hacer a partir de ahora, sino que se defiende ante Jesús con sus hechos. De ahí que no sea signo de conversión alguna.Jesús afirma con palabras lo que ha mostrado con sus hechos, reintegrándole en el pueblo: "también éste es hijo de Abrahán". Considera que así la salvación ha llegado en ese día (también en presente) a su casa (puede que se el espacio de la casa, como lugar de salvación, se enfrente implícitamente al Templo, lugar que antes acaparaba ese poder salvífico).Jesús se califica a sí mismo como el Hijo del Hombre.

PARA VER

(Autorizado por autor, Pachi en http://www.diocesismalaga.es/)

COMENTARIOS DE SEGLARES
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL PARO

(hombre, casado, con un hijo, en paro, su mujer trabaja)

“...la mitad de mis bienes, Señor, se los doy a los pobres..” ¿Cuánto de rico me he de sentir para seguir el ejemplo de Zaqueo...? Ya... no tengo empleo... ¿pero acaso no soy rico de por sí o mi vida vale lo que soy capaz de generar en ingresos monetarios? ¿No soy rico en tiempo quizás, en cariño, en esperanza, en consejos, en ánimos, en...?
¿Ya me has mirado cara a cara Papá Dios... y aún no soy capaz de dar la mitad de mis riquezas? Tendemos a recrearnos en la idea de lo que nos falta, la herida del paro, y eso nos pierde el compartir todo lo que nos abunda. Ayúdanos Señor a no olvidarnos que ya nos has mirado, que lo importante no es sentirnos carentes de labor, si no rebosantes de la misión que tienes para cada uno de nosotros.
Porque has venido a salvar lo que está perdido.

DESDE LOS NECESITADOS

(mujer, casada, con cuatro hijos, voluntaria de Cáritas)

Jesús acogió a una persona mal vista en su sociedad y se alojó en su casa. Desde Cáritas Parroquial intentamos acoger siguiendo el ejemplo de Jesús: sin prejuzgar, sin rechazar a nadie,…Esto se hace desde cualquier entidad, pero nuestro ser cristiano tendría que llevarnos al compromiso de trasmitirles que ellos son sus preferidos, les ama tal como son y espera tener un encuentro personal con cada uno.
Zaqueo no era pobre, tenía bienes materiales y una vida acomodada, pero se sentía vacío y con sed de Dios. Fue el encuentro personal con Jesús el que le transformó y cambió su estilo de vida, pasando a compartir con los pobres. Esta sería otra de las tareas a desarrollar desde Cáritas: mostrar a la sociedad cual es la realidad de pobreza en nuestro mundo actual, y que surja el deseo de compartir con los que menos tienen.

DESDE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS

(matrimonio con dos hijos, trabajan ambos, pertenecen a movimiento conyugal)

Al igual que le ocurría a Zaqueo, tampoco hoy resulta una tarea sencilla para nuestros hijos ver a Jesús. En un mundo en el que todo transcurre vertiginosamente, donde nuestros problemas con frecuencia nos devoran hasta obligarnos a vivir absortos en ellos, con una ciencia que pretende responder a todas nuestras preguntas y ocupar el lugar de Dios, quizá una de nuestras obligaciones como padres cristianos sea la de servir a nuestros hijos de higuera, de soporte sobre el que alzarse para divisar a Jesús.
Con este cometido, hoy quisiéramos sugeriros que animéis a vuestros hijos más jóvenes a participar en la jornada mundial de la juventud, que tendrá lugar en agosto del año que viene en Madrid. Será un lugar de encuentro de millares de jóvenes en busca de un Jesús que les cambie la vida como a Zaqueo, que los sacuda y los lance a transformar el mundo con toda la fuerza que la fe puede infundir en sus jóvenes corazones.
Lograr que Cristo sea visible para nuestros hijos, ayudar a prender en sus corazones la inquietud de los valores evangélicos y animarlos en la construcción del Reino es una tarea en la que contamos con la seguridad de que, llegado el momento y como también hizo con Zaqueo, será el mismo Jesús el que se dirija a ellos para interpelarlos.

DESDE LAS PERSONAS SIN HOGAR

(hombre, casado, trabaja, pertenece a comunidad cristiana, voluntario de patrulla de calle en ONG católica)

No abundan en mi vida los encuentros íntimos con Jesús. Sin embargo, y a pesar de ser pocos, los recuerdo como auténticas experiencias transformadoras que conllevaron cambios substanciales en mi vida. No sabría expresar con palabras qué sentí esas ocasiones en las que todo en mí era Dios. Una de las cosas que destacaría es la intensidad de esos momentos, que contrasta con la manera tan sencilla que tiene Dios de presentarnos sus propuestas, que increíblemente, y a pesar de lo que conllevan, aceptamos con naturalidad. Pues bien, debo atribuir a una de esas experiencias la respuesta a la llamada que Dios me hizo a involucrarme en la vida de las personas sin hogar. Cierto es que no le di un sí inmediato e incondicional, más bien tuvo que transcurrir un largo periodo de discernimiento, que concluyó con la decisión de tratar de aportar mi grano de arena en favor de los más débiles y desfavorecidos de nuestra sociedad. Imagino que todo cristiano necesita ocupar el lugar de Zaqueo en distintos momentos de su vida y ojalá, como él, seamos capaces de dar un paso firme y decidido en defensa de los derechos de los más pobres y excluidos.
DESDE LA EVANGELIZACIÓN MISIONERA

(mujer, soltera, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Jesús nos invita a "buscar y salvar lo que se ha perdido", al igual que Él lo hizo durante su vida. En nuestra sociedad, en nuestro entorno... en lo lejano y en lo cercano, hay muchas personas que están perdidas. Adentrarse en los corazones de las personas requiere una empatía y cercanía especial. Un tratar al otro como hermano, como un Cristo sufriente... No importa lo perdido, o lo embarrado que esté... sino que dentro de él también hay cosas buenas, igual que las hay en nosotros.
Zaqueo cambió su vida radicalmente, simplemente por sentirse querido y perdonado por Jesús. El ejemplo de éste, debe servirnos para pensar que todo el mundo merece una oportunidad para cambiar su corazón y con ello su estilo de vida.
Os animo, a no dejar nunca de trabajar por las personas que nos necesitan. Personas, hijos de Dios, como lo somos nosotros, pero que no han tenido la suerte de que Jesús se hospede en su casa, como la tuvo Zaqueo o la hemos tenido nosotros. Nuestras experiencias de encuentro con Jesús, deben servirnos de empuje para no dejar solos a sus preferidos: "los pobres", tanto materiales como espirituales.

PARA REZAR

(mujer, soltera, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)


Señor Jesús y Dios nuestro, te damos Graciasporque Tú eliges alojarte en nuestra casa,a pesar de que somos pecadores,simplemente porque nos amasy quieres ofrecernos la Salvación.Te damos Gracias porque Tu Mirada cambia nuestras miserias y nos salva de nuestro egoísmo.El Encuentro personal contigo a través de tu Evangelionos transforma con tu continua Presencia.Tú conoces a fondo nuestro corazón y sabes que deseamos verte y conocerte más.¡Ven, Señor, entra en nuestra casa y quédate con nosotros!Tú, Dios nuestro, que conoces nuestro corazón,eres el único que puedes transformarnosen instrumentos eficaces a tu servicio,para que los demás puedan verte a Tia través de nuestros gestos y buenas acciones.Tú Señor, que eres Bueno y Misericordioso,conviértenos y llénanos de tu Presenciapara luchar por justicia en este mundo,logrando estar cercanos a los demásy conociendo bien las necesidades del prójimo,para poder ayudar a los hermanos que más nos necesiten. Amén.

PARA VIVIR ESTA SEMANA

(matrimonio, trabajan ambos, pertenecen a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
Muchas veces nos angustiamos y deprimimos, pensando en cómo somos. Nos da la impresión que hacemos poco bueno, para lo mucho que podríamos hacer y que metemos la pata demasiadas veces, desviándonos del camino del Reino… Sin embargo el Evangelio de hoy nos reconforta… “El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Ha venido a salvarme a mi… Como a Zaqueo, me dice “baja enseguida porque hoy he de quedarme en tu casa”. Y yo siento la misma alegría de él; quiero ver al Señor, acogerlo y dejar que me transforme, quiero agradecerle su amor hacia mí sin condiciones.
Te proponemos esta semana hacer una tabla con dos columnas. Para ello te invitamos a que reflexiones y medites sobre todo aquello que te arrastra al pecado, a alejarte de Dios, a no hacer vida el Evangelio. Anota en una de las columna todo lo que te surja, siendo concreto (alguna persona con la que no te hablas, alguien a quien criticas, el acúmulo de cosas materiales, el poco tiempo dedicado a los demás…) A continuación piensa y escribe en la otra columna junto a cada una de las anotaciones anteriores, aquello que puedes hacer para enderezar el rumbo, para restaurar el mal hecho, para intentar que llegue la "salvación a tu casa".
Pon la tabla en lugar visible, dónde no se te olvide. Ve poco a poco cumpliendo cada uno de tus propósitos y tachándolo cuando lo cumplas. Recuerda también cuando la veas, evitar la tentación de juzgar a los demás por lo que hacen. Estamos llamados a mirarlos con el mismo amor de Jesús y a buscar para ellos la salvación.

PARA CANTAR

(hombre casado, espera un hijo, cantautor y productor de música cristiana)

¡Qué claro está! quien tiene un encuentro personal con Jesús, no se queda igual, como si no hubiese pasado nada,... quien se sienta en la mesa con Jesús sale transformado, cambiado... Me acordé de esta canción de Jorge Drexler que se llama "antes", ojalá te sirva para orar y para reflexionar, o simplemente para sentir... "antes de Ti, yo no era yo..." "no entiendo cómo podía vivir antes"
"Antes" Jorge Drexler


DOMINGO...DÍA DEL SEÑOR

domingo 31 de octubre de 2010
Evangelio según San Lucas (Lc 19, 1-10)

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús; pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cundo pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: "Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa". El bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador". Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: "Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más". Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, que el Señor, el Dios de la vida, los colme con su alegría y con su paz y que su gracia sea fecunda en sus vidas para dar testimonio de Él en medio del mundo.La liturgia de hoy nos pone en contacto con el relato del encuentro de Jesús con Zaqueo. El texto del evangelio nos dice que Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad “un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús”. Dos personajes principales aparecen en escena, Jesús y Zaqueo.Zaqueo no sólo era publicano, sino además “jefe de publicanos”, y por tanto, una persona muy mal vista en la sociedad –como hemos dicho en otras oportunidades- ya que era un traidor y un ladrón de su propio pueblo para darle a la opresora Roma y enriquecerse personalmente.El ansia de conocer a Jesús lo hizo llegar al punto de realizar algo alocado, ya que era bajo de estatura, y como la gente le impedía ver a Jesús, “entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí”. Debió ser para él una gran sorpresa el ver que al llegar Jesús a ese lugar levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”. Zaqueo bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.Pero esto al Señor lo tuvo sin cuidado como tantas otras veces, pues como dice el libro de la Sabiduría: “Te compadeces de todos, y aunque puedes destruirlo todo, aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse”. Y así fue, pues Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. Sí, así fue, ese encuentro de Zaqueo con Jesús le cambió la vida, pasó de ser una simple curiosidad a una conversión; conversión que se dio por ese encuentro íntimo con Jesús y que lo transformó, lo hizo pasar del hombre viejo al hombre nuevo. Y los frutos de tal encuentro y conversión se manifestaron en la actitud nueva de querer reparar el daño ocasionado al prójimo y de enmendarse en adelante. Porque “Tú perdonas a todos, porque todos son tuyos, Señor, que amas la vida”. Porque “el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”.Porque el Señor ama todo cuanto existe y no aborrece nada de lo que ha hecho, y más cuando se trata de sus hijos. Por eso a los que caen, los va corrigiendo poco a poco, lo reprende y les trae a la memoria sus pecados, para que se arrepientan de sus maldades y crean en el Señor (como dice el libro de la Sabiduría).Que esta enseñanza que nos deja la liturgia de hoy sea para nosotros un motivo de crecimiento espiritual; es decir, que podamos buscar con sincero corazón a Cristo Jesús, para que dejándonos encontrar por Él, viviendo en intimidad con Él y llegando a enamorarnos de Él, podamos lograr con la gracia de Dios un cambio de vida sincero y sentido, pues Dios corrige a los que ama, y nos da su misericordia en abundancia. Amén.

escrito por el Padre Patricio De la Torre sdb
(fuente: http://mensajes-de-dios.blogspot.com/)

viernes, 29 de octubre de 2010

VIDA DE SANTIDAD

jueves 28 de octubre de 2010

Hoy es San Judas Tadeo............

Patrón de las causas difíciles!!!!

"los que tienen fe pero no hacen buenas obras son como nubes que no tienen agua, árboles sin fruto, y olas con sólo espumas.". (San Judas Tadeo)


Hoy celebramos la festividad de San Simón y San Judas Tadeo.


San Judas Tadeo es uno de los santos más populares, a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe.

En Alemania, Italia, América y muchos sitios más, tiene numerosos devotos que consiguen por su intercesión admirable ayuda de Dios, especialmente en cuanto a conseguir empleo, casa u otros beneficios.

Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo. Judas es una palabra hebrea que significa: "alabanzas sean dadas a Dios".

Tadeo quiere decir: "valiente para proclamar su fe".

Simón significa: "Dios ha oído mi súplica".

A San Simón y San Judas Tadeo se les celebra la fiesta en un mismo día porque según una antigua tradición los dos iban siempre juntos todas partes a predicanr la Palabra de Dios.

Ambos fueron llamados por Jesús para formar parte del grupo de sus 12 escogidos o apóstoles. Ambos recibieron el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego el día de Pentecostés y presenciaron los milagros de Jesús en Galilea y Judea y oyeron sus sermones; le vieron ya resucitado y hablaron con Él después de su santa muerte en la Cruz, le vieron luego de Su gloriosa resurrección y fueron testigos prescenciales Su ascensión al cielo.

A Judas se le llama Tadeo para diferenciarlo de Judas Iscariote que fue el que entregó a Jesús.

San Judas Tadeo escribió una de las Cartas del Nuevo Testamento.
En la misma, ataca a los gnósticos y dice que los que tienen fe pero no hacen buenas obras son como nubes que no tienen agua, árboles sin fruto, y olas con sólo espumas, y que los que se dedican a los pecados de impureza y a hacer actos contrarios a la naturaleza, sufrirán la pena del fuego eterno.

La antigua tradición cuenta que a San Simón lo mataron aserrándolo por medio y, a San Judas Tadeo, cortándole la cabeza de un hachazo. A San Judas le pintan muchas veces con un hacha en la mano.


Oración a San Judas Tadeo

¡Santo Apóstol San Judas, fiel siervo y amigo de Jesús!, la Iglesia te honra e invoca universalmente, como el patrón de los casos difíciles y desesperados.

Ruega por mi, estoy solo y sin ayuda.

Te imploro hagas uso del privilegio especial que se te ha concedido, de socorrer pronto y visiblemente cuando casi se ha perdido toda esperanza.

Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que pueda recibir consuelo y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (haga aquí su petición), y para que pueda alabar a Dios contigo y con todos los elegidos por siempre.

Te doy las gracias glorioso San Judas, y prometo nunca olvidarme de este gran favor, honrarte siempre como mi patrono especial y poderoso y, con agradecimiento hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción.
Amén.


Oración final

¡Oh Dios! Tú diste a conocer tu nombre
por medio de los Apóstoles,
por intercesión de San Judas,
haz que tu Iglesia continúe fortaleciéndose
y aumente el número de sus fieles.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Fuentes:
Santoral Católico
Magnificat
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San garcia Abad

A PROPÓSITO DE HALLOWEN

VIERNES 29 DE OCTUBRE DE 2010

¿Qué tiene de malo celebrar Halloween?


Por Lilián Carapia Cruz*
Publicado por FAST

Más que decir que celebrar el halloween «es malo», se trata de conocer las razones por las cuales puede, en ciertas circunstancias, ser incompatible con la fe en el único Dios verdadero y en Jesucristo, su enviado. De ahí, podremos tomar una decisión libre: porque si no se dan esas circunstancias en el halloween, no habrá por qué estarse cuidando de él; y si se dan en alguna otra costumbre, es esa costumbre la que hay que evitar por amor a Dios y a los hermanos…

¿Cómo surgió el halloween? Se sabe que los antiguos celtas acostumbraban celebrar en el Samhain, es decir, el final del verano, con una fiesta en honor de Pomona, diosa de los árboles frutales, con motivo de las cosechas y el inicio del «año nuevo celta», el 31 de octubre. Aquellos celtas creían que en esta época se estrechaba la línea que une a este mundo con el Otro Mundo, permitiendo a los espíritus ‒tanto benévolos como malévolos‒ pasar a través de ella. De modo que invitaban a su celebración del Samhain a los ancestros familiares, y ahuyentaban a los espíritus dañinos a través del uso de trajes y máscaras con apariencia de un espíritu maligno. No falta quien sataniza ya de entrada estas celebraciones, pero es una exageración, porque se trata sólo de elementos culturales como los que hay en cualquier pueblo antiguo o contemporáneo.

Así, en sus orígenes el halloween no tiene nada de «diabólico», aunque tampoco de cristiano. Tiene mucho de pagano y de supersticioso; paganos son aquellos elementos de la cultura de un pueblo que no han sido iluminados por el Evangelio de la vida, y supersticiosas las formas deformadas de la religión. Fue por ello que, cuando tuvo lugar la evangelización de los celtas, los Papas Gregorio III (731–741) y Gregorio IV (827–844) intentaron introducir los elementos que dieran un significado pleno a esta creencia en la presencia de los «buenos espíritus de los ancestros familiares». Lo hicieron trasladando a las vísperas del 1 de noviembre (31 de octubre por la tarde) la solemnidad de «Todos los Santos», celebrada hasta entonces el 13 de mayo en Occidente latino. A esta «nueva fiesta», ya cristianizada, la Iglesia la llamó All hallow’s eve, que significa, en el inglés antiguo, «víspera de todos los santos». A estas palabras se les dio más tarde la pronunciación abreviada de «halloween». Entonces, el mismo nombre es de origen cristiano…

Dadas las características que adquirió esta tradición irlandesa al fundirse con la cultura norteamericana a finales del siglo XIX y XX, del halloween original no queda prácticamente nada; acaso la costumbre en la que los niños se divierten portando disfraces y gastando bromas a cambio de dulces. O también, la ocasión para el consumismo principalmente entre los jóvenes. Si no se confundiera el juego con la celebración religiosa todo estaría bien. La educación religiosa es muy importante. Si el niño y el joven saben que el día siguiente es la celebración de Todos los Santos, y dan a Dios, que es quien santifica a sus hijos, el lugar que sólo a Él le corresponde, no habría problema. Pero si se le prohíbe lo primero sin cuidar lo segundo el problema persiste.

Sin embargo, hay que advertir que, en todo el mundo, los adoradores de la muerte ‒satánicos y «fieles» de la santa muerte‒ han fundido con el halloween costumbres que sí son peligrosas para el resto de la sociedad. Y en este sentido, el halloween sí es «muy malo». Por ejemplo, está comprobado que los satánicos celebran el 31 de octubre el «festival de la muerte y la entrada del año nuevo satánico», y que para ello realizan una serie de sacrificios humanos ‒especialmente de niños y adolescentes‒ y misas negras. En Colombia, por ejemplo, la Policía incrementa también su actividad en estos días dado el incremento de asesinatos y desapariciones de niños. Se ha llegado a recomendar que los niños: eviten el uso de máscaras que cubran sus ojos; porten disfraces con colores claros; recolecten caramelos en casas y vecindarios bien iluminados y conocidos; caminen de la mano de sus padres, y que éstos se aseguren de inspeccionar los caramelos…

En mi humilde opinión yo recomendaría a los padres hacer gustar a los pequeños el amor por los santos, que son amigos de Dios. Esto mismo les ayudará a ellos a dar más importancia a la celebración cristiana y a darse cuenta que no tiene sentido andar por las calles y correr riesgos innecesarios sólo por hacer lo que los otros hacen y sin saber siquiera por qué…

* Lilián Carapia Cruz es licenciada en Filosofía y religiosa del Instituto de Hermanas Misioneras Servidoras de la Palabra, en México.


Domund 2010 - Colabora


24 de octubre de 2010: Jornada Mundial de las Misiones.
Los misioneros... sin tí, ellos no pueden. ¡¡Colabora!!

VIDEO DE LA SEMANA


Que alegria saber que la obra misionera de Jesus sigue adelante
con esta vida de hombres y mujeres que llevan la buena nueva a todas las naciones,
colaboremos generosamente!!!!!!
"Dios los bendiga y fortalezca"

DOMINGO...DÍA DEL SEÑOR

Evangelio según San Lucas (Lc 18, 9-14)

Cuando las apariencias nos engañan

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: "Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias'. El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: 'Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador'. Pues bien, Yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Las Lecturas de hoy continúan la línea de los anteriores domingos: nos hablan de la oración. Esta vez, de una oración humilde. Y al decir humilde, decimos “veraz”; es decir, en verdad... pues -como decía Santa Teresa de Jesús- “la humildad no es más que andar en verdad”.

¿Y cuál es nuestra verdad? Que no somos nada... Aunque creamos lo contrario, realmente no somos nada ante Dios. Pensemos solamente de quién dependemos para estar vivos o estar muertos. ¿En manos de Quién están los latidos de nuestro corazón? ¿En manos nuestras o en manos de Dios?

Hay que reflexionar en estas cosas para poder darnos cuenta de nuestra realidad, para poder “andar en verdad”. Porque a veces nos pasa como al Fariseo del Evangelio (Lc. 18, 9-14), que no se daba cuenta cómo era realmente y se atrevía a presentarse ante Dios como perfecto.

El mensaje del Evangelio es más amplio de lo que parece a simple vista. No se limita a indicarnos que debemos presentarnos ante Dios como somos; es decir, pecadores ... pues todos somos pecadores ... todos sin excepción.

La exigencia de humildad en la oración no sólo se refiere a reconocernos pecadores ante Dios, sino también a reconocer nuestra realidad ante Dios. Y nuestra realidad es que nada somos ante Dios, que nada tenemos que El no nos haya dado, que nada podemos sin que Dios lo haga en nosotros. Esa “realidad” es nuestra “verdad”.

Comencemos hablando del primer aspecto de la humildad al orar: el reconocer nuestros pecados ante Dios. A Dios no le gusta que pequemos, pero sabemos que cuando hemos pecado, El está continuamente esperando que reconozcamos nuestros pecados y que nos arrepintamos, para luego confesarlos al Sacerdote.

Recordemos que hay otro pasaje del Evangelio que nos dice que hay más alegría en el Cielo por un pecador que se convierta que por 99 que no pecan (Lc. 15, 4-7). Así es el Señor con el pecador que reconoce su falta ... sea cual fuere. Pues puede ser una falta grave o una falta menos grave. O bien un defecto que hay que corregir.

Pero si tomamos la posición del Fariseo del Evangelio, y ante Dios nos creemos una gran cosa: muy cumplidos con nuestras obligaciones religiosas, muy sacrificados, etc., etc., y pasamos por alto aquel defecto que hace daño a los demás, o aquel engreimiento que nos hace creernos muy buenos, o aquella envidia que nos hace inconformes, o aquel resentimiento que nos carcome, o aquel escondido reclamo a Dios que impide el flujo de la gracia divina, nuestra oración podría ser como la del Fariseo.

Podríamos, entonces, correr el riesgo de creernos muy buenos y en realidad estamos pecando de ese pecado que tanto Dios aborrece: la soberbia, el orgullo.

La verdad es que la virtud de la humildad es despreciada por los hombres y mujeres de este tiempo. En nuestros ambientes más bien se fomenta el orgullo, la soberbia y la independencia de Dios, olvidándonos que Dios “se acerca al humilde y mira de lejos al soberbio ” (Salmo 137).

Por eso dice el Señor al final del Evangelio: el que se humilla (es decir aquél que reconoce su verdad) será enaltecido (será levantado de su bajeza). Y lo contrario sucede al que se enaltece. Dice el Señor que será humillado, será rebajado.

Pero decíamos que este texto lo podemos aplicar también a la humildad en un sentido más amplio. Si nos fijamos bien los hombres y mujeres de hoy nos comportamos como si fuéramos independientes de Dios. Y muchos podemos caer en esa tentación de creer que podemos sin Dios, de no darnos cuenta que dependemos totalmente de Dios ... aún para que nuestro corazón palpite.

Entonces ... ¿cómo podemos ufanarnos de auto-suficientes, de auto-estimables, de auto-capacitados?

Nuestra oración debiera más bien ser como la de San Agustín: “Concédeme, Señor, conocer quien soy yo y Quien eres Tú”. Pedir esa gracia de ver nuestra realidad, es desear “andar en verdad”.

Y al comenzar a “andar en verdad” podremos darnos cuenta que nada somos sin Dios, que nada podemos sin El, que nada tenemos sin El. Así podremos darnos cuenta que es un engaño creernos auto-suficientes e independientes de Dios, auto-estimables y auto-capacitados.

Y como criaturas dependientes de El, debemos estar atenidos a sus leyes, a sus planes, a sus deseos, a sus modos de ver las cosas. En una palabra, debemos reconocernos dependientes de Dios.

Podremos darnos cuenta que nuestra oración no puede ser un pliego de peticiones con los planes que nosotros nos hemos hecho solicitando a Dios su colaboración para con esos planes y deseos. Podremos darnos cuenta que nuestra oración debe ser humilde, “veraz”, reconociéndonos dependientes de Dios, deseando cumplir sus planes y no los nuestros, buscando satisfacer sus deseos y no los nuestros.

Sobra agregar que los planes y deseos de Dios son muchísimo mejores que los nuestros. “Así como distan el Cielo de la tierra, así distan mis caminos de vuestros caminos, mis planes de vuestros planes” (Is. 55, 3).

Reconociéndonos dependientes de Dios, nuestra oración será una oración humilde y, por ser humilde, será también veraz.

Podrá darse en nosotros lo que dice la Primera Lectura (Eclo. o Sir. 35, 15-17; 20-22): “Quien sirve a Dios con todo su corazón es oído ... La oración del humilde atraviesa las nubes”. Es decir quien se reconoce servidor de Dios, dependiente de Dios y no dueño de sí mismo, quien sabe que Dios es su Dueño, ése es oído.

En la Segunda Lectura (2 Tim. 4, 6-8; 16-18) San Pablo nos habla de haber “luchado bien el combate, correr hasta la meta y perseverar en la fe”, y así recibir “la corona merecida, con la que el Señor nos premiará en el día de su advenimiento”. Condición indispensable para luchar ese combate, para correr hasta esa meta, perseverando en la fe hasta el final, es -sin duda- la oración. Pero una oración humilde, entregada, confiada, sumisa a la Voluntad de Dios.

Reflexionemos, entonces: ¿Nos reconocemos lo que somos ante Dios: creaturas dependientes de su Creador? ¿Somos capaces de ver nuestros pecados y de presentarnos ante Dios como somos: pecadores? ¿Es nuestra oración humilde, veraz? ¿Oramos con humildad, entrega y confianza en Dios? ¿Reconocemos que nada somos ante El?

Entonces, ante esta verdad-realidad del ser humano, nuestra oración debiera ser una de adoración. Y … ¿qué es adorar a Dios?

Es reconocerlo como nuestro Creador y nuestro Dueño. Es reconocerme en verdad lo que soy: hechura de Dios, posesión de Dios. Dios es mi Dueño, yo le pertenezco. Adorar, entonces, es tomar conciencia de esa dependencia de El y de la consecuencia lógica de esa dependencia: entregarme a El y a su Voluntad.

(fuente: homilia.org)

miércoles, 13 de octubre de 2010

DOMINGO: DÍA DEL SEÑOR

domingo 10 de octubre de 2010

Evangelio según San Lucas (Lc 17, 11-19)

"Tu fe te ha salvado"

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros". Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús:"No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?" Después le dijo al samaritano: "Levántate y vete. Tu fe te ha salvado".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Las Lecturas de hoy nos hablan de dos sanaciones: una narrada en el Antiguo Testamento -la del leproso Naamán- y otra del Nuevo Testamento -la de los diez leprosos.

Con motivo de estos textos es bueno referirnos a las maneras en que Dios puede sanar. Vemos cómo en la Primera Lectura (2Re. 5, 14-17) el Profeta Eliseo manda a Naamán a bañarse siete veces en las aguas del río Jordán y, luego de hacerlo -dice la Escritura- “su carne quedó limpia como la de un niño”.

Por cierto no está esto en la parte del texto que hemos leído hoy, pero Naamán, que era el general del ejército de Siria, hombre poderoso y engrandecido, llegó con toda pompa y poder a Israel y se sintió ofendido porque el Profeta Eliseo no lo había recibido y solamente le mandó a decir que se bañara en el Jordán. Naamán se disgustó y cuando se disponía a volverse a su país, diciendo que los ríos de Siria eran mejores que los de Israel, sus servidores lo convencieron de hacer lo que el Profeta le había indicado.

En este caso vemos a Dios sanando a una sola persona (Naamán) a través de un instrumento suyo (el Profeta Eliseo), sin siquiera estar éste presente, con unas instrucciones muy precisas (bañarse 7 veces en un río).

En el caso de la curación de los 10 leprosos del Evangelio es una sanación colectiva, hecha directamente por Dios (por Jesucristo), sin estar El presente mientras la sanación sucedía (recordemos que los leprosos se sanaron mientras iban a presentarse a los sacerdotes).

Otras veces Jesucristo sanó -por ejemplo- utilizando barro para untar en los ojos de un ciego; es decir, utilizando una sustancia (Jn. 9, 1-41).

Otras veces dando una orden: “Levántate, toma tu camilla y anda” (Mt. 9, 6), le dijo a un paralítico.

O también como al criado del Oficial romano, a quien sanó sin siquiera ir hasta donde estaba el enfermo (Mt. 8, 5-12).

O como a la hemorroísa a quien sanó al ella tocar el manto de Jesús (Mt. 9. 20-22).

Otras veces fueron los Apóstoles los instrumentos que el Señor usó para sanar, como leemos en los Hechos de los Apóstoles (Hech. 3, 3-7).

Todos estos ejemplo son para indicar que Dios es Quien sana, y que Dios sana a quién quiere, dónde quiere, cuándo quiere y cómo quiere... porque Dios es soberano. Es decir: es dueño de nuestra vida y de nuestra salud. Y nuestra Fe consiste, no sólo en creer que Dios puede sanarnos, sino también en aceptar que El es soberano para sanarnos o no, y también para escoger la forma, el medio, el momento en que nos sanará.

Es así como Dios podría sanarnos milagrosamente. Hoy también se dan los milagros -“aunque Ud. no lo crea”-. Y cuando el Señor actúa así (extraordinariamente) lo hace para vitalizar la Fe de las personas: la del mismo enfermo, la de las personas alrededor de éste y la de los que reciban ese testimonio.

Dios sigue haciendo milagros hoy en día. Para cada canonización la Iglesia Católica requiere de un milagro comprobado. Para nombrar sólo un caso de los más recientes: en el proceso de beatificación de la Madre Teresa de Calcuta, se dio a conocer un milagro impresionante, no sólo por la gravedad de la enferma, sino porque la curación tuvo lugar en un asilo de las Misioneras de la Caridad, congregación fundada por ella, sucedió el día aniversario de su muerte, es decir de su llegada al Cielo y, adicionalmente, habiéndosele colocado a la paciente un escapulario que había estado en contacto con el cuerpo de nuestra futura santa, la Madre Teresa.

Sin embargo, en toda sanación el principal milagro es la conversión. Naamán -el leproso de la Primera Lectura- se convirtió al Dios de Israel: reconoció que no había otro Dios. El Señor suele acompañar sus sanaciones de un llamado a la conversión: “Tus pecados te son perdonados” - “Tu Fe te ha salvado” - “No peques más” - etc.

El Señor sana y sigue sanando. Sana cuerpos y sana almas. No importa el medio que use: puede hacerlo directamente, o a través de un instrumento escogido por El, o a través de médicos y medicinas. Pero sucede que la mayoría de los médicos creen que ellos son los que sanan, sin darse cuenta que también ellos son instrumentos de Dios, pues si Dios, que es soberano, no lo quisiera, tampoco se sanarían sus pacientes.

Quien sana es Dios. Y si algún enfermo sana a través de alguna persona, es porque Dios ha actuado. Jesucristo sanó directamente y realizó toda clase de milagros, no sólo de sanaciones, sino de revivificaciones, que son manifestaciones más extraordinarias aún que las curaciones. Y, además, realizó el más grande de los milagros: su propia Resurrección.

Por eso con el Salmo 97 alabamos al Señor por las maravillas que hace, porque nos muestra su lealtad y su amor y nos da a conocer su victoria.

Es importante tener una Fe, una Fe que cree que Dios es Todopoderoso y, además, soberano. Una Fe que acepta la Voluntad de Dios, que acepta que seamos sanados o no. Una Fe que, si se trata de que seamos sanados, acepta la sanación en la manera que Dios escoja. Una Fe agradecida, como la de Naamán, que alaba a Dios, construyéndole un altar, y como la del leproso que regresa a dar gracias a Jesús. Una Fe que recuerda que la principal sanación es la sanación del alma, que luego de una enfermedad física o de una enfermedad espiritual, nuestra alma queda re-establecida en Dios.

Que sepamos ser agradecidos, para que el Señor pueda decirnos, como al leproso del Evangelio que se regresó a dar las gracias: “Tu Fe te ha salvado”.

Pero la Fe debe, además, ser capaz también de sufrir, como sufre San Pablo en la Segunda Lectura (2Tim. 2, 8-13): “sufro hasta llevar cadenas como un malechor”, sabiendo que “la Palabra de Dios no está encadenada”.

Todo lo contrario, la Palabra de Dios cobra fuerza en la persecución, pues el sufrimiento hace fructificar la gracia. La sangre de los mártires, se ha dicho desde el comienzo de la Iglesia, riega la semilla de nuevos seguidores de Cristo. Por eso San Pablo es capaz de aceptar el sufrimiento de la persecución y la cárcel por amor a Cristo y a los elegidos, “para que ellos también alcancen las salvación y la gloria eterna”.

Es nuestro ejemplo en la evangelización: llevar la Palabra de Dios a quien quiera aceptarla, con prudencia, pero sin temer las consecuencias, porque “si morimos con El, viviremos con El. Si nos mantenemos firmes, reinaremos con El. Si lo negamos, El también nos negará. Si le somos fieles, El permanece fiel”.

“Que donde haya error, pongamos Verdad”.
“Que donde haya tinieblas, pongamos Luz”.

“Que donde haya duda, pongamos Fe”.
“Que donde haya desesperación pongamos Esperanza”.
“Que donde haya odio, pongamos Amor”.

(cf. Oración San Francisco de Asís)

(fuente: www.homilia.org)

EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES

Enfrentar la enfermedad...

¿Cómo reaccionamos cuando llegan estas épocas de prueba?

Conocemos mucha gente que sufre enfermedades a nuestro alrededor, y casi todos hemos enfrentado en un punto de la vida un momento de preocupación por la salud física.

Dios en su infinito amor quiere nuestro bien, y en ese plan permite que nos acose la enfermedad. ¿Por qué?

El Señor sabe muy bien que cuando nos regala prosperidad, gracias y progreso personal y familiar, solemos alejarnos de El. En esos momentos nos llenamos de soberbia y vanidad, creemos que el mérito de lo obtenido es nuestro y no de Dios. No agradecemos, no nos volvemos a El. En resumen: no aprovechamos la oportunidad para cimentar un camino de conversión basado en el agradecimiento y reconocimiento de que fue Dios el artífice de lo logrado. ¡Pero qué ciegos somos!. Nada bueno en este mundo proviene de alguien que no sea el propio Dios. Nuestras virtudes, nuestras aptitudes, lo aprendido, los bienes recibidos, todo proviene de Dios. Y si usamos para el bien esas habilidades naturales o adquiridas, si se transforman en buenas obras: también esas obras provienen de Dios, porque son el resultado de dones recibidos conjugados con el amor por los demás. ¡Reconozcamos de este modo que Jesús está vivo y actúa entre nosotros a través de todo lo bueno que acontece en nuestro día!

En cambio, cuando Dios permite que la enfermedad u otras tribulaciones se ciernan sobre nuestra vida, pone grandes esperanzas en que eso sirva para nuestra conversión. Y la verdad es que es mucho más frecuente encontrar conversiones profundas originadas en la enfermedad, que en la prosperidad. Es que el reconocerse enfermo obliga a darse cuenta que no somos nada, es un camino a la humildad. Y de este modo, por el sendero de la pequeñez, se nos abre el corazón para poder pedir ayuda al Señor. También es cierto que la enfermedad suele provocar el efecto contrario: que la persona se enoje con Dios, y se aleje aún más de lo que estaba. Pero este es un riesgo que Dios toma, porque siempre es nuestra la opción, nuestro el libre albedrío. El pone las llamadas y los signos en nuestra vida, somos nosotros los que debemos reconocerlos y torcer el rumbo de nuestro destino.

De este modo, quienes sufren enfermedad tienen en el sufrimiento un camino de purificar no sólo las propias faltas, sino las de muchas otras almas también. Son Cruces que, si se llevan con entrega al Señor y no con enojo hacia El, son tomadas por Dios como un regalo que agrada a Su Corazón amante. El Beato Don Orione solía rezar de este modo: “Señor, envíame más Cruces, quiero sufrir más en expiación de la poca disposición de los hombres a llevar Tu Cruz”. En realidad todos los grandes santos tuvieron esta actitud de entrega al sufrimiento, a las tribulaciones que Dios permitía en sus vidas.

El entendimiento humano sobre lo que es bueno o malo para nuestra vida es bien distinto del pensamiento de Dios: El sabe perfectamente qué es bueno para nosotros. Entreguemos, entonces, mansamente nuestra voluntad a la Divina Providencia. Quien encuentra en la enfermedad una vía de llegar a la salvación del alma, no podrá negar luego que Dios le ha hecho un gran bien, cuando se encuentre con El en el Reino. Viviendo aún en este mundo, en esta vida, ¿cómo podemos tratar de entender lo que es bueno o malo para nosotros?

Veamos en la enfermedad propia o en la de quienes amamos un llamado a la conversión o a la profundización de la conversión. ¡O lisa y llanamente un llamado a la santidad!

Oremos así:

“Señor, me entrego a Tu Voluntad. Tú sabes lo que es mejor para mi, yo no entiendo, ni pretendo entender. Sé que mi enfermedad es para mi bien, porque sana mi alma, y quizás, sólo quizás, tu querrás sanar mi cuerpo también. Pero eso lo dejo en Ti, Señor, con humildad y entrega. Y te agradezco también todo lo que haces por mi, para que finalmente mi corazón se empequeñezca y se abra, y deje paso a que sea Tu Divina Voluntad la que haga mi día”.

Autor Oscar Schmidt

CUMPLEAÑOS DEL PADRE FERNANDO

PARROQUIA SAGRADOS CO

RAZONES DE JESÚS Y MARÍA

El día 5 de octubre se cumplió un año más en que la Familia Fernández Bardales, vieron el nacimiento de su hijo Fernando, quien a temprana edad ya tenía ciertas inclinaciones por la vocación de servir a la Iglesia de Dios. Posteriormente ingresó al seminario, para hacer su carrera religiosa. hoy en día es el párroco de nuestra comunidad de Reynoso, y hemos visto en él una gran formación religiosa que se cristaliza en la ayuda al prójimo.

Qué mejor regalo que la Eucaristía realizada por sus cumpleaños, y en plena novena al Señor de los Milagros. Luego de culminada la Santa Misa recibió las felicitaciones de la feligresía en general. En las imágenes representa las expresiones de amor fraternal recibida de su pueblo.

Luego recibió un homenaje de parte de su comunidad en el salón parroquial, se le vio muy emocionado y feliz por las muestras de cariño recibido.

FELICIDADES PADRE FERNANDO Y TENGA COMO RECUERDO DE ESTE DIA UN RESUMEN FOTOGRAFICO DE ESTA CELEBRACIÓN.