miércoles, 28 de julio de 2010

LA ORACIÓN POR LOS DEMAS

…La oración, fuente de poder para los demás.

Cuando experimentamos en nosotros el gozo de la comunión con Cristo durante la oración, y somos juzgados dignos de llevar su cruz, no quiere decir que la oración haya llegado a su término. Es, al contrario, una invitación para comenzar a iniciarnos en el misterio de la oración que sobrepasa el entendimiento humano: descubrimos que nuestras oraciones se convierten para los demás en una fuente de poder espiritual.
…Aquel al que Cristo confía los secretos de su corazón y su misión para con los pecadores, recibe de Él el poder de acabar su obra y vivir su amor. Aquel que ama a los pecadores como Cristo los ama, que se compadece de los sufrimientos de pobres y enfermos, y que está dispuesto a desvivirse por ellos, es justamente el que es capaz de rezar por ellos y obtener su curación, su consuelo y su alivio.
…Cuando la oración se eleva al nivel del amor divino por una obediencia asidua al Espíritu y se abre en comunión con Cristo, se vuelve entonces poderosa y eficaz, al punto de ser para los demás una fuente de auxilio espiritual, de alivio y consuelo. Se vuelve incluso capaz de obtener para los demás la remisión de sus pecados. Porque el hombre que se une a Cristo por la oración se vuelve capaz de ponerse en el lugar del pecador, estando dispuesto a llevar sobre sí su pecado y toda su debilidad, y a aguantar en su lugar toda corrección y todo castigo. Se vuelve entonces, por el mismo hecho, en virtud de dicha disposición y de su unión con Cristo, capaz de pedir para los demás el perdón de sus pecados, y de obtenerlo.
…Aquí, la oración comienza a jugar uno de los más importantes roles para la salvación de los demás, para el perdón de sus pecados y la manifestación de la misericordia divina en aquellos que están lejos de Dios por indiferencia o ignorancia. Se convierte así en poderosa ayuda de la predicación, en fuerza misteriosa que se anticipa a la Palabra y prepara los corazones para recibir la remisión de los pecados y la salvación.
…Uno solo que ore con fervor, en su cuarto, en lo secreto, puede causar, por su unión con Cristo, la salvación de miles de personas.

…Dios emplea nuestras oraciones para la salvación de los demás.

Sabed pues que, cuando Dios nos atrae en la oración, no toma únicamente en consideración nuestra propia salvación, sino desea igualmente emplear nuestras oraciones para la salvación de los demás. Por eso, la oración es una de las obras más importantes y preciosas a los ojos de Dios. El hombre que hace esfuerzos en su vida de oración y progresa rápidamente en el espíritu de abandono y obediencia a la voluntad de Dios, se vuelve un buen soldado de Cristo Jesús (2 Tm. 2, 3). El mismo Señor lo convoca todos los días a estar en su presencia, y lo ejercita para interceder a favor de los demás hasta estar complacido. Recibirá pronto del Señor el poder de salvar numerosas personas y de llevarlas del camino de la muerte hasta el seno de Dios.
…El progreso de nuestra vida de oración se traduce en la intimidad de nuestro amor a Dios. Dicha intimidad es la consecuencia directa tanto de la satisfacción que Dios siente respecto nuestro en su condescendencia hacia nuestra debilidad como de la amplitud del horizonte de nuestra humanidad, es decir, de la intensa conciencia que tenemos de nuestro deber absoluto para con los otros, de nuestra responsabilidad espiritual hacia los pecadores y aquellos cuya fe o caridad es débil, de los que sufren o son oprimidos, para con aquellos que predican y anuncian la Palabra.
…Los grados superiores de la oración, en los cuales se alza hacia la perfección, tiene por signo la súplica ferviente con lágrimas a favor de los demás. Es como si nuestro progreso en la vida de oración nos fuera concedido para el provecho de nuestros hermanos débiles que no saben rezar. Orad los unos por los otros, para que seáis curados (St. 5, 16). Y cuando Santiago nos ordena llamar a los presbíteros de la Iglesia para que oren sobre el enfermo que sufre, a fin de curarlo, es porque el sacerdote se supone que está más avanzado que los demás hombres en la vida de oración, al haber recibido más gracias para ello y al haber sido puesto así a parte para consagrarse a orar por los demás.
…No podemos progresar en los grados de la oración, adquirir una verdadera seguridad junto a Dios, ni recibir el don de lágrimas más que en la medida del progreso de nuestra compasión para con aquellos que sufren y son ultrajados (sea por los hombres o por el pecado): Acordaos de los presos, como si estuvierais presos con ellos, y de los que son ultrajados, pensando que vosotros también tenéis un cuerpo (Hb. 13, 3). Dicho de otro modo, el progreso de nuestra intimidad con Dios, que tiene su centro en la oración, depende fundamentalmente de progreso de nuestro conocimiento de las cargas de los hombres y de nuestra disposición de llevarlas con ellos con más generosidad.
…Nuestra comunión con Cristo y con los sufrimientos de los hombres.

Nuestra comunión con la pena de aquellos que sufren, que están enfermos o son ultrajados, y nuestra capacidad de llevar sus cargas, no nos vienen de una simple filantropía humana, de una compasión pasajera o del deseo de ser bien vistos o recibir elogios: tal compasión estaría condenada a disminuir muy pronto, luego a desaparecer. Mas es por la oración perseverante, pura, sincera, que recibimos estos sentimientos, como un don de Dios que nos hace capaces, no solamente de perseverar en dicha comunión con los más débiles, sino de progresar en ello aún más, al punto de no poder vivir más sin ellos (1 Ts. 3, 8), y de no encontrar reposo más que en compartir sus penas y sus sufrimientos. El secreto de este carisma reside en nuestra comunión con Cristo, en nuestra participación en su naturaleza y sus cualidades divinas, de modo que sea Él quien obre en nosotros a la vez el querer y la operación misma (Flp. 2, 13). Así, nuestra comunión con los sufrimientos de los hombres y nuestra comunión con Cristo dependen fundamentalmente la una de la otra en el más alto grado; de modo que llevar la cruz de Cristo significa por el mismo hecho tomar parte en la cruz de los hombres sin restricción, hasta el final.
…Cuando disminuye la intimidad de nuestras relaciones con Cristo en la oración, indica que una grave enfermedad ha afectado a la oración en su misma esencia. Para aquellos que actúan, sirven y rezan por ellos, esto significa una gran pérdida, un fracaso seguro: comienzan entonces a entibiarse, a sentirse fatigados; en adelante, es con esfuerzo que deben cumplir los deberes que les eran en otro tiempo muy queridos; después acaban por descuidarlos y querer evadirlos y, finalmente, se abstienen de ellos y los rechazan. Porque sin Cristo, es imposible continuar sirviendo a los demás con una acción fecunda, sostenida y eficaz, y a Cristo no se lo alcanza más que en la oración.

…La búsqueda de uno mismo mancilla la oración.

…La oración alcanza su grado de pureza auténtica cuando nos olvidamos totalmente de nosotros, es decir, cunado cesamos de interesarnos en nosotros mismos y preferimos ocuparnos únicamente de las necesidades, las preocupaciones y la salvación de los demás. El grado de pureza perfecta de la oración es correlativo al grado del amor prefecto. Ahora bien, el amor no es verdaderamente auténtico más que cuando no busca su propio interés: el amor no busca su interés (1 Co. 13, 5). Interesarse por uno mismo, por sus propias necesidades –tanto espirituales como materiales- denota una imperfección del amor y, por consiguiente, una imperfección de la oración. La causa de ello es la imperfección de nuestro conocimiento interior de Cristo y de nuestra unión con él. Cristo ha dicho: no es mi voluntad lo que busco… (Jn. 5, 30). No hay amor más grande que dar la vida por los amigos (Jn. 15, 13). Quien ama su vida, la pierde (Jn. 12, 25). Amad a vuestros enemigos, orad por vuestros perseguidores (Mt. 5, 44).

…Olvidarse de si mismo en la oración es convertirse en embajador de Cristo.

…El olvido de sí comienza con un esfuerzo voluntario. Pero cuando se persevera en ello con sinceridad ante Dios, Él nos lo otorga como un don gratuito. Es entonces, espontáneamente, que no buscamos más el propio interés, sino que cada uno piensa antes en el de los demás (Fl. 2, 4).
…Cuando olvidamos deliberadamente nuestras propias necesidades en la oración y encontramos nuestro gozo únicamente en pedir, suplicar y desvivirte en provecho de los demás, entonces Dios mismo comienza a ocuparse de nosotros y a hacerse cargo de toda nuestra vida, tanto en el plano material como espiritual, hasta en los más pequeños detalles. Dicho de otro modo, cuando nos ocupamos de los demás, Dios se ocupa de nosotros; y cuando limitamos nuestra oración y nuestra súplica a las necesidades de los demas, Dios colma nuestras necesidades sin que se lo pidamos. Es así como se realiza, en medio de la oración, el designio salvífico de Cristo, a propósito del cual dijo a sus discípulos: Id, y haced discípulos a todas las naciones (Mt. 28, 19).
…Al hombre cuyo corazón se ha abierto a Dios, le basta Dios y no debe pedir nada más para si mismo. Aquel cuyo corazón no se ha abierto aún a Dios tiene necesidad de corazones amigos que se vuelquen a su favor ante Dios, a fin que Dios le sea propicio por la oración ferviente de sus hermanos. El hombre que ha conocido a Dios y lo ha amado se vuelve responsable ante Dios del hermano cuyo corazón no está aún abierto a Dios. Es así que Dios alcanza a los pecadores extraviados lejos de Él, por la oración de aquellos que lo aman y le están cerca.
…Quienes han amado a Cristo y le son fieles se vuelven sobre la tierra verdaderos embajadores de Cristo. Por sus oraciones y su disposición para desvivirse por los demás, reconcilian a Dios con los hombres y a los hombres con Dios: somos, pues, embajadores de Cristo… Os suplicamos en nombre de Cristo: Dejaos reconciliar con Dios (2 Co. 5, 20)
…En muchos casos, se vuelve imposible relacionarse con los pecadores y los descarriados, a causa de su hostilidad o de la vergüenza que sienten de hablar con nosotros. Pero por la oración, superamos estos obstáculos que nos separan de ellos; superamos su hostilidad y evitamos su vergüenza; porque por la oración, podemos acercarnos secretamente a su corazón, deslizarnos sin que lo sepan y gemir allí identificándonos con ellos, como si nosotros mismo fuéramos pecadores y descarriados, todo esto incluso antes de que nos conozcan y nos hablen. Pues bien, si desde el fondo del corazón, oramos y clamamos hacia Dios llevando el peso de sus faltas y su extravío, Dios los escucha a través nuestro; a pesar de su desobediencia natural, el arrepentimiento asalta sus conciencias y el llamado a volver se hace tan apremiante que se dirigen deprisa hacia Dios y hacia nosotros pidiendo nuestra ayuda.
…La oración es una fuerza de atracción por la cual el hombre atrae a su hermano por intermedio del Espíritu Santo, porque es por medio del Espíritu que Cristo atrae todo hacia él (Jn. 12, 32) y transforma en si mismo la dualidad en unidad (Ef. 2, 14).

…Tenemos gran necesidad de que se ore por nosotros.
No solamente los pecadores y descarriados tienen necesidad de que se ore para que se conviertan y lleguen al conocimiento de Dios, sino también nosotros, vosotros y yo, tenemos gran necesidad de las oraciones de los demás. Porque muy a menudo olvidamos examinar nuestra conciencia y nos dejamos arrastrar por graves faltas. Omitimos acusarnos de ellos durante largos años, y contribuyen a debilitar nuestra vida espiritual. A causa de esto, nuestra alma se encuentra desprovista del poder de Dios y de la acción manifiesta de la gracia. Hablamos de los pecados de los hombres, rezamos por los demás, mientras el pecado alimenta nuestros miembros, mancilla nuestros pensamientos y sustenta nuestras pasiones.
…Tenemos la más grande necesidad de que se ore por nosotros con fervor, a fin que el Espíritu nos revele los pecados que nos arrastran y se ocultan en nuestro corazón, y para que nuestra conciencia sea presa del arrepentimiento y se convierta. Podremos entonces recibir en nosotros el poder de Dios, y nuestras oraciones y todas nuestras obras serán reavivadas por el dinamismo manifiesto de la gracia. Las oraciones de los demás, cuando están dirigidas hacia nosotros con fuerza y discernimiento, estimulan nuestro ser interior. Se vuelven como saetas ardientes, brillantes, que iluminan nuestras conciencias y encienden nuestros corazones para que busquemos la conversión y la salvación. Las oraciones de los demás, cuando son fervientes, se convierten para el hombre de Dios en uno de los factores más importantes para renovar su vida y adquirir más energía espiritual.
…Incluso los santos, los profetas y los apóstoles tenían necesidad de las oraciones de los demás. Sin la oración de Cristo por él, san Pedro habría perecido para siempre por su negación y su fe habría desfallecido sin retorno (Lc. 22, 32). Del mismo modo, si la Iglesia no hubiera orado sin descanso por él, habría terminado su vida en prisión en el tiempo de Herodes (Hch. 12, 5). También san Pablo tenía una conciencia aguda sobre la importancia de la oración de los demás para que le sea dado “abrir la boca” para anunciar el mensaje del Espíritu y para que pueda perseverar en su ministerio. Así, no cesaba jamás de pedir a cada Iglesia que ore por él (Ef. 6, 19; Col. 4, 3; Rm. 15, 30, etc.). El santo, el profeta, el apóstol, no puede, pues, bastarse de su propia oración para si mismo o su ministerio, si que tiene vivamente la necesidad de que los demás oren por él, a fin de ser más plenamente colmado del poder divino, y para que la gracia suscite en él nuevas energías.
…Es así que la oración de los demás se vuelve, para quien obra o predica, una fuente irreemplazable de energía espiritual. En la medida en que las oraciones de los demás por él se hacen más fervientes, su acción se hace más eficaz; en tanto se persevera en arrodillarse por él ante el Señor, el ardor de su acción persiste y sus palabras reciben el poder y la eficacia del Espíritu Santo.

…La oración por los demás es una grave responsabilidad.
…La oración, en cuanto a su necesidad, pasa por tres grados:
…- Al comienzo, experimentamos esta necesidad como un “acto de fidelidad”, fidelidad del siervo para con su amo o su creador. Se le da gracias, se lo alaba y se lo glorifica a cambio de los favores que se han recibido de él. Se siente que de su mano que se recibe y se da (2 Co. 2, 9-14). Por eso es grave cesar de rezar. ¿Puede acaso el servidor cesar de ser fiel y permanecer aún en la casa?
…- Cuando se progresa en la oración, se percibe mejor la esencia misma de la oración en tanto ella expresa la relación vivificante que une al hombre con su Señor. El hombre que ora vive la vida de Dios, y aquel que descuida la oración no vive más que para si mismo, y no recibe en él los signos manifiestos de la vida divina. Si, pues, en sus comienzos, la oración expresa la “fidelidad del servidor”, se convierte después en un “signo de la vida eterna”.
…- Cuando se continúa progresando en la oración, se descubre una nueva dimensión importante: la oración se convierte en el canal por el cual pasa la relación del hombre con sus hermanos. El hombre experimenta, en efecto, que su oración ha comenzado a volverse para los demás también una fuente de vida y poder. Si alguien ve a su hermano cometer un pecado… que ore y le dará vida (1 Jn. 5, 16). Aquel, pues, que ora por los demás, levanta y hace revivir a las almas muertas o que estaban a punto de morir, según la palabra del Señor: resucitad a los muertos (Mt. 10, 8).
…Aquí, la oración comienza a volverse una “grave responsabilidad”; porque si, por cualquier razón, el hombre cesa de rezar por los pecadores que viven a su alrededor, y se olvida de suplicar en su favor, estos morirán en su pecado. Aquí, la negligencia en la oración llega a su colmo y acarrea muy graves consecuencias. El pecador muere en su pecado a alta de haber tenido el alma despierta, reanimada por la oración de los demás. ¿Cómo podrá entonces justificarse aquel que se olvide de rezar por él y lo prive así de la fuente de la vida de la cual Dios lo ha hecho responsable? ¿Veis la importancia de la oración?
…Si la oración, pues, al comienzo de la vida espiritual, parece ser necesaria, luego muestra ser, para aquellos que progresan en ella, esencial en la vida del Espíritu, volviéndose finalmente para quienes son iniciados en el misterio de la oración por los demás una de las más graves responsabilidades que Dios haya confiado jamás a los hombres.
…El hombre que siente la necesidad de orar por los pecadores y olvida rezar por ellos, comete una falta grave y se vuelve responsable de su muerte.
…Aquel, pues, que sabe hacer el bien, y no lo hace, se carga con un pecado (St. 4, 17).
…Por mi parte, me cuido de pecar contra el Señor, cesando de orar por vosotros (1 S. 12, 23).
…Quien ha recibido el poder de revivir un muerto y no lo revive se vuelve responsable de su muerte. La oración es la capacidad de traer de la muerte a la vida, puesto que el pecado es la muerte del alma y la oración el medio de obtener la remisión del pecado.
…La oración de la fe salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá. Si ha cometido pecados, le serán perdonados (St. 5, 15).
…Estamos, pues, llamados a orar por los pecadores, no solamente para salvarlos de la muerte del pecado, sino también para no morir nosotros mismos a consecuencia de ellos. La oración que elevamos por ellos con insistencia, súplica y lágrimas, nos libera de la responsabilidad de su sangre y nos evita morir a causa de ellos (Ez. 3, 19; 33, 1-9).
…Es así que la oración de intercesión por los pecadores aumenta la proporción de miembros activos en la familia humana, haciendo al hombre responsable de la salvación de su hermano. Hijo de hombre, te he constituido guardián de la casa de Israel (Ez. 3, 17). Así es que el hombre vuelca su alma en la oración por los pecadores es constituido apóstol del mensaje de salvación para todas las categorías de pecadores, cercanos o lejanos a él, los que ha conocido durante su vida o los que no ha conocido jamás. Id, y haced discípulos a todas las naciones (Mt. 28, 19)
…Por la oración, el hombre se vuelve sacerdote, en el sentido de que se hace responsable de la salvación de los demás y capaz –en el amor, el don de sí mismo y la participación en el sacrificio y el sacerdocio de Cristo- de liberarlos de la condenación a muerte que les valía su pecado. Cargando su pecado, gimiendo desde el fondo del corazón bajo su peso y haciendo penitencia, se vuelve capaz, haciéndose pecador en su lugar, de pedir perdón por ellos y obtenerlo.
Viendo su fe, Jesús dijo al paralítico:Ánimo, hijo mío, tus pecados te son perdonados (Mt. 9, 2).




LA JUVENTUD AHORA

La juventud actual enfrenta mayores dificultades que en los tiempos pasados; se ve enfrentada al manejo diversificado de la información que incluye aspectos de capacitación y posibilidades de lograr el éxito, pero de otra parte le induce a una vida fácil, amoral, ausente de compromiso. Lamentablemente es la realidad que los medios de comunicaciones diversas día a día transmiten a los jóvenes. Estos por supuesto, deben tomar decisiones que les permitan no caer en errores que podrían ser costosos a mediano y largo plazo.

En realidad, los cimientos para una juventud con integridad y valor de sí misma se establecen en la infancia mediante el sistema familiar creado en el hogar. Los lazos que allí lograron afirmar han debido ser lo suficientemente fuertes y afectivos como para que el joven puede elegir lo mejor para su futuro. Es probable que el porcentaje en beneficio de la juventud actual no sea tan alto por la gran crisis familiar que padece la familia contemporánea.

La juventud actual enfrenta mayores dificultades que en los tiempos pasados; se ve enfrentada al manejo diversificado de la información que incluye aspectos de capacitación y posibilidades de lograr el éxito, pero de otra parte le induce a una vida fácil, amoral, ausente de compromiso. Lamentablemente es la realidad que los medios de comunicaciones diversas día a día transmiten a los jóvenes. Estos por supuesto, deben tomar decisiones que les permitan no caer en errores que podrían ser costosos a mediano y largo plazo.

En realidad, los cimientos para una juventud con integridad y valor de sí misma se establecen en la infancia mediante el sistema familiar creado en el hogar. Los lazos que allí lograron afirmar han debido ser lo suficientemente fuertes y afectivos como para que el joven puede elegir lo mejor para su futuro. Es probable que el porcentaje en beneficio de la juventud actual no sea tan alto por la gran crisis familiar que padece la familia contemporánea.


En la autoimagen juegan varios factores que deben verse:

- El cuidado y aprecio corporal recibido en la infancia/adolescencia. Hay hijos que fueron o son rechazados por sus padres o cuidadores. La censura, la crítica, las comparaciones, la falta de protección, la ausencia de caricias tanto físicas como verbales, han hecho y hacen mucho daño en las personas. De modo que, en el tiempo presente se siente insatisfacción con lo que se es, en este caso, con la configuración personal.

- El papel de la cultura y los medios de comunicación. La cultura prescribe o determina lo que es bello o feo, por contrapartida. Esto es mediatizado o transmitido por los mensajes de los medios masivos de comunicación que tratan de hacer sentir mal a las personas si: Su piel es de tal textura... Si los dientes no lucen absolutamente blancos... Si las arrugas ya se manifiestan... Si no se tiene suficiente busto... Si las piernas no están bien formadas... Si el cabello no es sedoso...

Las personas son bombardeadas constantemente con ello. Si no tienen una autoestima sólida y libre de esquemas culturales, asumen tal estilo de vida. Claro, con la inconformidad e insatisfacción que implican.

- Objetivos desmedidos. Las personas se trazan metas desproporcionadas para sí mismas con base a exigencias que aprendieron de otros o que creen que deben lograr. "Tengo que estar bien delgada", "Esta nariz debiera ser así", "Debo hacer ejercicio constante", "Debo vestirme exclusivamente..."

DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO


Evangelio: Lucas 10, 25-37


En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» El le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿qué lees en ella?» El letrado contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo». Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida». Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?» Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?» El letrado contestó: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo».

El compromiso de la caridad

Con la parábola del Buen Samaritano, una vez más se nos recuerda que la caridad nos obliga a todos. Y ese es parte del significado de que Jesús haya escogido en su historia a un sacer-dote, un levita y un samaritano.

Nadie está dispensado para vivir una caridad solidaria y comprometida. Se trata de una obligación de todos y de cada uno de los seres humanos. Por tanto, por más que hayan ins-tituciones solidarias en la Iglesia o estén fun-cionando diversas ONG´s destinadas a ayudar a muchas personas en el mundo, cada uno, laico o sacerdote, católico o no, tiene la res-ponsabilidad de vivir la caridad. Se nos invita a revisarnos porque todos esta-mos expuestos a que Cristo, en el día final, nos diga: Tuve hambre y no me diste de comer; estuve enfermo y no me atendiste.
Ante esta exigencia debemos dejar a un lado las excusas. Es una obligación personal pues, al final de nuestra vida, Dios examinará a cada uno según sus obras.

Acercarse al prójimo

El que necesita de mi compromiso y está cer-ca de mí ese es mi prójimo. Por ejemplo, prójimo es aquel a quien yo veo que tiene una necesidad corporal, tal como: el hambriento, el que no tiene abrigo, el enfermo, el preso, el que no tiene techo, el que no tiene cómo enterrar a su pariente.

Prójimo también es aquel que necesita una ayuda espiritual y que yo se la puedo dar. Por ejemplo, aconsejar a la persona desorientada o confundida; consolar a alguien en medio de su dolor; apoyar y acompañar al que se siente solo y deprimido; perdonar al que se equivocó leve o gravemente; tenerle paciencia al colérico o al desesperado; rezar por los difuntos; etc. En fin, se trata de ofrecer nuestra ayuda generosa con la conciencia de lo que Santa Rosa de Lima enseñaba: «No debemos can-sarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús»

Ser prójimos

Ese es el espíritu del Buen Samaritano, el mismo que el Señor Jesús vivió y desde el cual nos enseña a vivirla como catolicos.
La parábola nos invita examinarnos con honestidad. Es mejor ser sinceros en este tiempo y poner manos a la obra que esperar el día del juicio final en el que Cristo nos confronte cara a cara y nosotros tengamos demasiado poco que mostrarle.





NUESTRO ANIVERSARIO ... En Imagenes

Festival Gastronómico














Todos los días suceden milagros, tener vida es uno de ellos…

Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque; un Sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrás de ellos y escuchando la conversación, iba un joven estudiante -alumno del Sabio-.

Fue entonces cuando el poderoso dirigiéndose al Sabio dijo:

- Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa y que incluso puedes hacer milagros.
- Soy una persona vieja y cansada… ¿Como crees que yo podría hacer milagros? -respondió-
- Me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos… esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso.

- ¿Te referías a eso?… Tú lo has dicho, esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso… no un viejo como yo. Esos milagros los hace Dios, yo solo pido se conceda un favor para el enfermo, o para el ciego, y todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.
- Yo quiero tener la misma fe para poder realizar los milagros que tú haces… muestrame un milagro para poder creer en tu Dios.

Ante la insistencia de aquél hombre poderoso, el Sabio aceptó mostrarle tres milagros. Y así, con la mirada serena y sin hacer ningún movimiento le preguntó:

- ¿Esta mañana volvió a salir el sol?
- Si, claro que si.

- Pues ahi tienes un milagro….. el milagro de la luz.
- No, yo quiero ver un verdadero milagro, oculta el sol, saca agua de una piedra…. mira, hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas.

- ¿Quieres un verdadero milagro? No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos dias?.
- ¡Si! Fue varón y es mi primogenito.
- Ahi tienes el segundo milagro…. el milagro de la vida.
- Sabio, tu no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro…

- ¿Acaso no estamos en época de cosecha? Hay trigo y sorgo donde hace unos meses solo habia tierra…
- Si, igual que todos los años.
- Pues ahí tienes el tercer milagro…

- Creo que no me he explicado. Lo que yo quiero…
Sus palabras fueron cortadas por el Sabio, quien convencido de la obstinación de aquel hombre y seguro de no poder hacerle comprender la maravilla que existe en todo aquello que le había mostrado señaló:

- Te has explicado bien, yo ya hice todo lo que podia hacer por ti… Si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que podía hacer.

Dicho esto, el poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba.

El Sabio y su alumno se quedaron parados en la vereda. Cuando el poderoso terrateniente iba muy lejos como para ver lo que hacían el Sabio y su alumno, el Sabio se dirigió a la orilla de la vereda, tomó al conejo, soplo sobre el y sus heridas quedaron curadas; el joven estaba algo desconcertado:

- Maestro te he visto hacer milagros como este casi todos los días, ¿Por qué te negaste a mostrarle uno al caballero?, ¿Por que lo haces ahora que no puede verlo?

- Lo que el buscaba no era un milagro, sino un espectáculo. Le mostré tres milagros y no pudo verlos.

Para ser rey primero hay que ser príncipe, para ser maestro primero hay que ser alumno… no puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día.

Cuando aprendas a reconocer a Dios en todas las pequeñas cosas que ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los días sin que tú se los hayas pedido.

Entonces te darás cuenta de que Su Misericordia sobrepasa con sus milagros más de lo que tú podrías imaginar o pedir.

SAN FRANCISCO SOLANO

-- 14 de julio --
A los 400 años de su muerte

Francisco Solano, llamado "el Taumaturgo del nuevo mundo", por la cantidad de prodigios y milagros que obtuvo en Sudamérica, nació en 1549, en Montilla, Andalucía, España.
Francisco fue el tercer hijo de Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez. Sus dos hermanos se llamaban Diego e Inés. Creció Francisco en un hogar noble y cristiano donde se apreciaba más la hidalguía del espíritu que la de la sangre.
Montilla era un lugar eminentemente religioso. Seguramente, Solano conoció a San Juan de Ávila, que murió cuando Francisco tenía veinte años. En aquella época, había en Montilla docena y media de iglesias, así como cinco conventos y numerosas cofradías.

INGRESO A LA ORDEN FRANCISCANA

Francisco estudió con los Jesuitas, pero entró a la comunidad Franciscana porque le atraían mucho la pobreza y la vida tan sacrificada de los religiosos de esa Orden; por ello, decidió ingresar como novicio en el convento franciscano de San Lorenzo, situado en la Huerta del Adalid. Era un lugar de enorme belleza natural, con abundantes árboles, plantas y flores, jazmines, un estanque con peces, caza menor y pájaros. En medio de este paraíso natural, había varias ermitas esparcidas que invitaban a la oración y la contemplación.
En el convento la disciplina era muy estricta, conforme a la regla primitiva. Los novicios franciscanos pasaban la mayor parte del tiempo dedicados al silencio y la meditación. Hablaban muy poco, siempre de dos en dos, en voz baja y no por mucho tiempo. En cuanto a la meditación, había tres turnos diarios de media hora de duración cada uno.


Francisco era muy virtuoso, paciente y humilde. Dormía siempre en el suelo, sobre una cobija o un cañizo de palos. Usaba un cilicio durante todo el año. Andaba descalzo a no ser que estuviera enfermo y sólo comía legumbres y fruta. Se excedía a menudo en la práctica de mortificaciones y penitencias, con el resultado durante toda su vida de una salud débil y quebrantada.
El día 25 de Abril de 1570 hizo profesión religiosa para ser fraile de coro. Tenía entonces veintiún años.
ESTANCIA EN LORETO (1572-1579). ORDENACIÓN SACERDOTAL


Poco tiempo después fue destinado al convento sevillano de Nuestra Señora de Loreto, donde cursó estudios de Filosofía y Teología. En Loreto, la observancia regular era también muy estricta. Los maestros que más influyeron en el joven Francisco fueron dos: el teólogo y humanista fray Luis de Carvajal y el músico y científico padre Juan Bermudo. Durante su largo período de formación, Solano no sólo se instruyó en la teología de San Buenaventura, sino que tuvo ocasión de desarrollar sus dotes innatas para la música y el canto.


En 1576 fue ordenado sacerdote. Asistió su padre, pero no así su madre, que se encontraba enferma y casi ciega. Lo nombraron vicario de coro, es decir, encargado de dirigir el rezo y los cantos del oficio divino. Amante de la austeridad y la pobreza, Solano se hizo una pequeña celda en las inmediaciones del coro, en un diminuto rincón en el que apenas cabía. La celda estaba hecha de cañas y barro cocido, con un pequeño agujero que servía de ventana para poder rezar y estudiar.


Una vez terminados los estudios de teología, fue nombrado predicador, labor que desarrolló en pueblos cercanos, y que resultaría determinante en su futuro como misionero. La tarea de predicar no era fácil, y requería estudio continuo y dedicación permanente. Posteriormente, fue nombrado también confesor.
Hay que decir que la primera intención del santo era la de ser mártir. Solicitó sin éxito ser destinado a Berbería para morir en el intento de evangelizar a los africanos. En vista de la negativa de sus superiores, Solano se fijó otra meta: América, pero tuvo que esperar algún tiempo antes de poder ver realizado su deseo de convertirse en misionero.

REGRESO A MONTILLA


La muerte de su padre le hizo volver temporalmente a Montilla para visitar a su madre. Sin embargo, su estancia se prolongó más de lo previsto debido a una epidemia mortal que afectó incluso a varios frailes del convento franciscano.


En Montilla realizó varias curaciones inexplicables que dieron comienzo a su fama como milagrero. Un día iba pidiendo limosna por las calles cuando una mujer le pidió que leyera el evangelio a un niño de seis meses que llevaba en brazos. Solano vio que el niño tenía numerosas llagas e hinchado el rostro. Cuentan que lamió el rostro y las llagas con su boca y lengua, y que a la mañana siguiente el niño amaneció mejor y se curó.
También curó a un pobre hombre que tenía llagas en las piernas y apenas podía andar ayudado por unas muletas. Dicen que le besó las llagas y curó de inmediato.


En 1581, Francisco Solano fue destinado como vicario y maestro de novicios al convento cordobés de la Arruzafa, donde solía visitar a los enfermos incluso desatendiendo algunas horas de oración, y recomendaba a los más jóvenes que tuvieran paciencia en los trabajos y adversidades.


En 1583, fue trasladado a San Francisco del Monte, en Sierra Morena, a 30 kilómetros al noreste de Córdoba. Era un paraje de gran hermosura. Allí comía sopas de pan con agua, vinagre y un casco de cebolla.
Una de las cosas que Solano intentó imitar de San Francisco de Asís era su relación especial con los animales. Pues bien, cuentan que había una serpiente de gran tamaño que atacaba a ganados y pastores y hacía estragos en toda la región, y a la cual Solano reprendió y ordenó ir al convento, donde fue convenientemente alimentada. Dicen que después de comer la serpiente se marchó y no volvió a causar daño en la comarca.


Hubo entonces una terrible epidemia de peste en Andalucía que afectó con especial virulencia a la ciudad de Montoro. Durante un mes, y en compañía de fray Buenaventura Núñez, Francisco fue a cuidar a los enfermos, que eran llevados fuera del pueblo a la Ermita de San Sebastián.


Ambos frailes prestaban servicio a los afectados y les hacían las camas, los sacramentaban y ayudaban a morir, y después los enterraban. Los dos se contagiaron de la enfermedad pero Solano logró curarse. En Montoro, el nombre de una calle recuerda la labor humanitaria llevada a cabo por el santo.
De su estancia en Granada cabe señalar que iba a predicar a las cárceles y que visitaba a los enfermos del Hospital de San Juan de Dios. Poco después, el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica. Finalmente y para alegría suya, Francisco fue el elegido para la misión de extender la religión en estas tierras.


Fray Francisco Solano recorrió el continente americano durante 20 años predicando, especialmente a los indios. Pero su viaje más largo fue el que tuvo que hacer a pie, con incontables peligros y sufrimientos, desde Lima hasta Tucumán (Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo. Más de 3,000 kilómetros y sin ninguna comodidad. Sólo confiando en Dios y movido por el deseo de salvar almas.
Fray Francisco llegaba a las tribus más guerreras e indómitas y aunque al principio lo recibían al son de batalla, después de predicarles por unos minutos con un crucifijo en la mano, conseguía que todos empezaran a escucharle con un corazón dócil y que se hicieran bautizar por centenares y miles.


Estando el santo predicando en La Rioja (Argentina) llegó la voz de que se acercaban millares de indios salvajes a atacar la población. El peligro era sumamente grande, todos se dispusieron a la defensa, pero Fray Francisco salió con su crucifijo en la mano y se colocó frente a los guerreros atacantes y de tal manera les habló (logrando que lo entendieran muy bien en su propio idioma) que los indígenas desistieron del ataque y poco después aceptaron ser evangelizados y bautizados en la religión católica.
El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y la guitarra. Y en los sitios que visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes con sus alegres canciones. Un día llegó a un convento donde los religiosos eran demasiado serios, por lo que recordando el espíritu de San Francisco de Asís –quien decía que era necesario vivir siempre interior y exteriormente alegres- se puso a cantarles y hasta a danzar tan jocosamente que aquellos frailes terminaron todos cantando y bailando en honor de Dios.


San Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie, convirtiendo innumerables indígenas y también muchísimos colonos españoles. Su paso por cada ciudad o campo, era un renacer del fervor religioso.
Un día en el pueblo llamado San Miguel, estaban en un toreo, y el toro feroz se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al santo y éste se le enfrentó calmadamente al terrible animal. Y la gente vio con admiración que el bravísimo toro se le acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral.


LLEGADA A LIMA
Llegado a Lima, Francisco fue nombrado Guardián del Convento de la Recolección. Como siempre, se resistió todo lo que pudo antes de aceptar cualquier cargo de responsabilidad, exagerando de manera deliberada su propia incapacidad para gobernar, pero finalmente tuvo que acatar la autoridad de sus superiores.
Su obsesión por la pobreza era tal que no quería que se blanqueara o enladrillara la casa, ni que se pulieran las puertas y ventanas. En su celda, tan sólo tenía un camastro, una colcha, una cruz, una silla y mesa, un candil y la Biblia junto con algunos otros libros. Era el primero en todo, y jamás ordenó una cosa que no hiciera él antes.

Sus consejos eran prudentes, y cuando tenía que reprender a alguno de los demás frailes, lo hacía con gran celo y caridad. Sus excesivas penitencias y su espíritu de oración no le impedían ser alegre con los demás. Solano era también el santo de la alegría.

SECRETARIO PROVINCIAL. GUARDIÁN EN TRUJILLO (1602-1604)

En 1601, fue elegido Secretario y acompañante del superior provincial, cargo en el que duró menos de un año. En uno de los viajes casi se muere por el camino, y en vista de su delicado estado de salud, se le asignó un nuevo destino: la ciudad de Trujillo, fundada por Francisco Pizarro apenas medio siglo antes de la llegada de Solano al Perú.

En Trujillo buscaba Solano un poco de paz y tranquilidad, y sobre todo apartarse de la gran fama que tenía en Lima. Se dedicaba a visitar a los enfermos, en especial a una anciana leprosa a la que a menudo llevaba regalos. En casa de otra enferma, había un árbol junto a la ventana en el que un pajarillo cantaba deliciosamente solamente cuando iba Solano.
Predicaba en el hospital de la ciudad y también visitaba a los presos, para hablar con ellos, confesarlos y ayudarlos a bien morir. Para rezar, se refugiaba en la huerta del convento, en la que había numerosos pajarillos. Eran tantos que cuentan que Solano les daba de comer por turnos, y que los que comían se apartaban para que pudieran comer los otros.

Su amor por la pobreza era tan grande que no consentía en cambiar de zapatos, sino sólo en remendarlos, de manera que el zapatero tuvo que engañarlo y se quedó con los antiguos zapatos como reliquia.

OTRA VEZ GUARDIÁN EN LIMA (1604).
EL SERMÓN QUE CONVIRTIÓ A LIMA

En 1604, Solano volvió a Lima, ciudad donde pasaría los últimos años de su vida. A pesar de su precario estado de salud, continuaba haciendo grandes penitencias y pasaba noches enteras en oración. Sus visitas a la enfermería se hicieron cada vez más frecuentes.

Sin embargo, iba a menudo a visitar a los enfermos o salía a las calles a predicar con su pequeño rabel y una cruz en las manos. Así conseguía juntar a un gran número de personas y las congregaba en la plaza mayor, donde se dirigía a la muchedumbre en alta voz. Su predicación se fundamentaba en citas bíblicas y en la doctrina de los Padres de la Iglesia.


Predicaba en todas partes: en los talleres artesanales, en los garitos, en las calles, en los monasterios e incluso en los corrales de teatro. Especial significado tuvo su oposición a ciertos espectáculos teatrales en los que a su juicio se ofendía a Dios. En España se había producido una corriente de opinión en contra de este género, y muchos artistas se tuvieron que desplazar hacia el Nuevo Mundo, donde gozaban de mayor aceptación popular.


En Lima había tres compañías de comedias. Solano entraba en los corrales con un Cristo en la mano y mucha gente le seguía abandonando el lugar. Más de una vez consiguió que hubiera que anular la representación, porque con él se iba todo el mundo.

ÚLTIMOS AÑOS DE SU VIDA

En octubre de 1605, Solano pasó a la enfermería del convento. Postrado y gravemente enfermo del estómago, apenas si podía salir a predicar y a visitar a los enfermos. Procuraba asistir a la comida en el refectorio junto con los demás frailes, pero comía muy poco, tan sólo unas hierbas cocidas. Además, seguía excediéndose en sus penitencias y no miraba por su delicada salud.


Cuando se levantaba, le gustaba dar paseos por el claustro del convento y rezar ante los cuadros de la vida de San Francisco de Asís. En el aula de teología, pasaba muchas horas ante un cuadro que había de San Buenaventura, a quien tenía gran devoción.
En octubre de 1609, hubo un terremoto en la ciudad de Lima. La primera sacudida fue de noche, pero después se produjeron hasta 14 nuevos temblores de tierra. Cuentan que el agua se derramaba de las fuentes y que las campanas tocaban solas. Las iglesias se llenaron de gente. Solano salió a predicar, aunque apenas si podía tenerse en pie.


Durante su última enfermedad, le trataron cuatro médicos. Solano era poco más que un esqueleto viviente. Tenía mucha fiebre y fortísimos dolores de estómago. Finalmente murió el 14 de junio de 1610, día de San Buenaventura. Dicen que ese día los pájaros se despidieron de él cantando junto a la ventana de su celda desde por la mañana temprano. Murió a las once y tres cuartos de la mañana. Ese mismo día y a la misma hora se produjo un extraño toque de campanas en el convento de Loreto.


POST-MORTEM


Su cuerpo fue trasladado al oratorio de la enfermería, donde acudió gran cantidad de gente a venerarlo. Allí mismo fue retratado por dos pintores. A su entierro asistieron unas 5.000 personas.
Tan sólo 15 días después de su muerte, se abrió su proceso de canonización. Las gestiones comenzaron en Lima, donde hubo 500 testigos, y después continuaron en otras ciudades del Perú, en el Tucumán y en España. San Francisco Solano fue canonizado el 27 de diciembre de 1726.

DOMINGO ...DIA DEL SEÑOR

DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio s. Lc 10, 1-12. 17-20

Nuestra Madre Iglesia ofrece para hoy un pasaje del Santo Evangelio muy esperanzador, que nos recuerda el envío que hizo el Señor Jesús, de un grupo de setenta y dos seguidores suyos, a proclamar el Reino de Dios (Lc 10, 1-12. 17-20).

Todos debemos ser testigos

El relato de la misión de los setenta y dos, exclusivo del Evangelio según San Lucas, nos permite conocer una honda preocupación de su comunidad, inquieta por dar a conocer que la responsabilidad misionera no se circuncribe a los Doce: “En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir” (v. 1). Lucas quiere presentar la evangelización como una obra en la que deben contribuir todos los discípulos de Jesús. El Concilio Vaticano Segundo expresa: “Es de desear que los laicos se dediquen a los estudios sagrados, reconociéndoles la libertad de investigación y de manifestar la propia opinión” (GS 62).

Llevar el Evangelio casa por casa

Las primeras palabras del Señor Jesús indican que la vocación de cada discípulo es obra y gracia de Dios: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al Dueño de la mies, que envíe trabajadores a sus campos” (v. 2). El Señor Jesús, después, los invitó a ponerse en marcha, con un aprovisionamiento que sorprende por su simplicidad y desprendimiento: “Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven dinero ni morral ni sandalias, y no se detengan a saludar a nadie en el camino” (vv. 3-4). La pobreza es condición indiscutible para entrar en el Reino de Dios, y distintivo de los que lo anuncian (véase Lc 6, 20). La logística de la misión es muy sencilla: llevar el mensaje del Reino de Dios casa por casa, ofreciendo la paz como saludo y don; sin olvidar que lo decisivo no radica en el bienestar personal, sino en el anuncio de la Buena Nueva (véanse vv. 5-12).

Alégrense de que sus nombres están escritos en el Cielo’

El regreso fue realmente gozoso, pues habían experimentado el Reino de Dios iniciado por Jesús. Los discípulos se dirigieron, entonces, a su Maestro, con el título de ‘Señor’, manifestándole que al pronunciar su nombre hasta los demonios se les habían sometido (veáse v. 17); pero Jesús, habiendo ratificado su experiencia (véanse vv. 18-19), los exhortó a discernir cuál debía ser el verdadero motivo de su júbilo: “Pero no se alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense, más bien, de que sus nombres están escritos en el Cielo” (v. 20).Para los discípulos, pues, la suprema razón de su alegría es el saberse elegidos por Dios para ser partícipes en la gran misión del Reino, llevando el mensaje de la paz, que para el cristiano, como afirma San Pablo, es el propio Señor Jesús: “Porque Él es nuestra paz” (Ef 2, 14).

viernes, 16 de julio de 2010

Amate Mujer

este es un video que nos dejará impresionados, tiene un mensaje muy profundo como si fuera real.He aqui un homenaje a la mujer.
También nos procupamos por ellas.
Hagan sus comentarios...

EL VIDEO DE LA SEMANA

Es fácil preguntar a Dios porqué permite lo malo y ni nos acordamos de El cuando nos ocurre lo bueno. Nos pasamos la vida invitando a Dios a salir en nuestras vidas con nuestros actos, pero cuando algo no nos gusta decimos porque??
Dime - Jose luis perales



jueves, 15 de julio de 2010

NUESTRA SEÑORA DEL MONTE CARMELO

Virgen del CARMEN
Nuestra Señora de Monte Carmelo, referida comúnmente como Virgen del Carmen, es una de las diversas advocaciones de la Virgen María. Su denominación procede del llamado Monte Carmelo, en Israel, un nombre que deriva de la palabra Karmel o Al-Karem y que se podría traducir como 'jardín'. Existen hoy en activo órdenes carmelitas repartidas por todo el mundo, masculinas y femeninas, las cuales giran en torno a esta figura mariana.
En España es patrona del mar y de la Armada Española. También lo es del Ejército de los Andes, que liderado por el general José de San Martín, gestó la independencia de Argentina, Chile y Perú. Es considerada Reina y Patrona de Chile, de sus Fuerzas Armadas y de Carabineros de Chile; es patrona de los transportadores en Colombia; en el Perú es “Patrona del Criollismo”; en Bolivia es la patrona de la Nación y de sus Fuerzas Armadas; y en Venezuela es la patrona del Ejército.

Esta advocación da nombre a todas aquellas personas que se llaman Carmen, Carmela o Carmelo, celebrando su onomástica el día de la fiesta de esta Virgen, el 16 de julio.

Orígenes del culto

Según la tradición, durante la celebración de Pentecostés, algunos fieles que Investigaban la vida de los profetas Elías y Eliseo en el Monte Carmelo, actual Israel, fueron convertidos al catolicismo tras la aparición de una nube en la que iba una imagen de María. En ese monte, fundaron un templo en honor a la Virgen y la congregación de los Hermanos de Santa María del Monte Carmelo, la que pasó a Europa en el siglo XIII luego de su persecución en Tierra Santa.

El 16 de julio de 1251, la imagen de la Virgen del Carmen se habría aparecido a San Simón Stock, superior general de la Orden, al que le entregó sus hábitos y el escapulario, principal signo del culto mariano carmelita. Según es tradición la Virgen prometió liberar del Purgatorio a todas las almas que hayan vestido el escapulario durante su vida, el sábado siguiente a la muerte de la persona y llevarlos al cielo, creencia que ha sido respaldada por los Pontífices. La iconografía principal de la Virgen la muestra portando dicho escapulario.

CELEBRACION

La fiesta en honor a la virgen se celebra en el mes de Julio, siendo su día central el 16 de dicho mes, su imagen sale en procesión desde su Iglesia en Barrios Altos y congrega al pueblo limeño, quien le rinde honores a punta de jarana, comida y criollismo. Es tradicional que los cantantes de música criolla le rindan honores a la virgen. Además, el Señor de los Milagros, una de las imágenes más veneradas en Hispanoamérica, va a visitarla en su procesión del día 18 de octubre, en su recorrido tradicional por las calles limeñas de los Barrios Altos.

También las festividades de la virgen bajo esta advocación ocurren en varias otras zonas del país, como en El Callao, donde es conocida como Virgen del Carmen de la Legua, datos historicos señalan a La Virgen del Carmen de La Legua fue la primera imagen traida de España al Perú por Domingo Gomes de Silva y de Doña Catalina Maria Doria de Silva, quién fue salvado de un naufragio y en agradecimiento a la Patrona de los navegantes trajo esta imagen para que se le rindiera culto en el Perú; Al quedar viuda Catalina Maria Doria toma los habitos y funda un convento de Carmelitas Descalzas en Lima (Barrios Altos)pero la imagen de La Virgen del Carmen traida inicialmente se quedó en el Callao.

La Virgen del Carmen de La Legua fue la primera imagen del Carmelo Coronada Canonica y Pontificiamente el 07 de Octubre de 1951, La Virgen sale de su Santuario los 16 de Julio de cada año y visita al Callao instalandose en la Iglesia Matriz hasta el segundo Domingo del mes de Octubre, fecha en que regresa a su Santuario, conocida también por todos los Chalacos (originarios del Callao) como "La Cholita", la Virgen sale en procesión acompañada una multitud de fieles quienes van anunciando su llegada junto con el Arcangel San Rafael, imagen traida por la congregación de San Juan de Dios quienes administraron el Santuario de La Legua desde 1610 por casi 100 años, (Ref: historias chalacas Martin Tokumori Neyra 2004) ; en Chincha, donde reside gran cantidad de población afroperuana; en Huancavelica, en el Distrito de Lircay, y en Cusco, en el Distrito de Paucartambo, imagen que fuera coronada por el Papa Juan Pablo II, en Sacsayhuamán, durante su visita a nuestra nación en 1985.

jueves, 8 de julio de 2010

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

Domingo 27 de junio del 2010

DOMINGO DEL SEÑOR

Evangelio: Lucas 9, 51-62
Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos, Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

Dios llama y pide magnanimidad


La vida consagrada, vivi-mos un tiempo de escasez vocacional espiritual de tanta gente. Y no es que el Señor haya dejado de llamar sino que muchos están rechazando ese camino de libertad y felicidad que Dios ha pensado amorosamente para ellos. También hay de los que habiendo aceptado en un primer momento poner las manos en el arado, han mirado hacia atrás y han abandonado su trabajo volviendo al mundo de donde fueron llamados.


Pero, la insuficiente cantidad de jóvenes que responden al llamado del Señor y las dificultades que ellos presenta, no han de llevarnos a bajar la varilla y a rendirnos ante la situación. No hay que hacerlo nunca y menos hoy, un tiempo que necesita gente consagrada y convencida de su propia opción. Los compromisos de obediencia, celibato y disponibilidad apostólica no resisten a decisiones débiles y eso es lo que expresa el Señor en el Evangelio de hoy.

Ante la propuesta: «Te seguiré adondequiera que vayas», la respuesta del Señor es: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». La vida consagrada no es un refugio frente al mundo, ni una vida llena de comodidades y sin compromiso. Ante sus exigencias no bastan los simples buenos deseos.

Cuando al Señor le responden: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre», Jesús dice: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». Esta respuesta, el Señor, se la da a todos aquellos que tienen el corazón indeciso y débil, para quienes un acto tan noble como es el de enterrar a nuestro propio padre, puede acabar en una huida cobarde ante la vocación de ser apóstol. No faltan aquellos que no se atreven a hablar cara a cara para decir sí o no y, con diplomacia, saben presentar una buena excusa, difícil de refutar, con la que desapare-cen del panorama.

Cuando otro le responde: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Jesús le responde: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios». Se trata alguien de buena voluntad pero ¿cuántas veces el natural afecto hacia los padres puede convertirse en una rebeldía contra Dios? Una vocación a la vida consagrada no termina de madurar en el regazo del hogar sino en la formación seria de buenos amigos y consejeros espirituales. Tanto el casado como el consagrado han de dejar a su padre, a su madre y a sus hermanos, para madurar su vocación. El dolor de esta separa-ción es la crisis que tiene que superar todo aquel que quiere seguir creciendo como per-sona y como cristiano.

El Señor Jesús, paradigama de la vocación

El tiempo que vivimos doblega a aquellos que no fortalecen su opción vocacional día a día. Por eso, en la oración y la acción, hay que aprender de nuestro Señor Jesucristo quien «tomó la decisión de ir a Jerusalén» para mo-rir en la Cruz y camina hacia adelante en ese propósito aunque muchos no vean ni valoren la firme voluntad que tiene de salvarnos.

Este es el camino de la verdadera libertad, el que vive toda su vida como un servicio a Dios y a los demás por el deseo de vivir el amor en su más grande expresión ¿Quién más libre que Cristo quien lo ha entregado todo hasta el último suspiro en la Cruz? Él nos ha liberado con su entrega para que nosotros aprendamos a ser verdaderamente libres viviendo como Él lo hizo.

Sigamos a Dios tal como lo reza el salmista: «Tengo siempre presente, al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré». Confiemos en que los pasos que nos señala Jesucristo es el camino de la verdadera felicidad y, por ello, recemos con fe: «Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha».

DOMINGO DIA DEL SEÑOR

Domingo XIII C del Tiempo Ordinario